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CAPITULO XXX
PRINCIPIO DE LA GUERRA POR LA INDEPENDENCIA DE
ITALIA - INSULTOS AL ARZOBISPO DE TURIN Y SU IDA A
SUIZA - EFERVESCENCIAS PELIGROSAS - MEDIOS DE
PRESERVACION Y VIACRUCIS - EL LAVATORIO DE LOS
PIES - EL DIALOGO
LAS revueltas de Viena y los tumultos de Pest
habían colocado a la autoridad en manos de los
enemigos de Austria. Estos sucesos animaron a los
liberales de Lombardía y del Véneto. Empezaron a
agitarse Padua y Pavía.
El dieciocho de marzo se produce una gran
revuelta en Módena: salen las tropas auxiliares
austríacas del Ducado y el duque Francisco V
abandona sus dominios. El veinte se levanta en
armas la juventud de Parma y obliga a los alemanes
a evacuar mientras el duque Carlos II concede la
Constitución y después se retira a Marsella. El
veintitrés, tras cinco días de obstinados
combates, los milaneses arrojan de la ciudad y del
Castillo a la guarnición austríaca, obligándola a
retirarse, con muchas pérdidas en sus filas. El
mismo día se sublevan Como, Bérgamo, Brescia,
Venecia y se liberan del extranjero. El gobierno
provisional de Milán pide ayuda al ejército
piamontés y el veintitrés declara Carlos Alberto
la guerra a Austria, con una proclama valiente y
generosa para los pueblos de Lombardía ((**It3.317**)) y de
Venecia.
El veinticuatro, en presencia del Rey, de todos
los funcionarios del Estado y estando la guardia
nacional en formación en la plaza del Castillo,
entonaba el Arzobispo el Te Deum en la iglesia
metropolitana, por la expulsión de los alemanes de
Milán. Pero, al salir de la catedral, una turba
populachera, a la que se habían unido pesonas que
en sociedad se consideraban dignas de respeto,
empezaron a dirigirle palabras injuriosas y a
amenazarlo con los puños en alto, siguiendo tras
su carroza por un buen trecho de calle. Nadie
intentó acallar los insultos, aunque estaban
presentes muchos guardias. Por la noche se
renovaron los insultos, al pie de los balcones y
ventanas
(**Es3.249**))
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