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a propósito para el fin que perseguía don Bosco,
que, como experto capitán, lo eligió expresamente
como posición estratégica para establecer su
campamento.
((**It3.268**)) Había
por allí una casita, con un mísero sotechado y un
patio. Preguntó de quién era y supo que su
propietaria era la señora Vaglienti. Fue a
visitarla, explicóle su plan y le rogó le
alquilara aquel local. La buena señora estaba
dispuesta al contrato, pero no había forma de
llegar a un acuerdo sobre el precio del alquiler.
La discusión se prolongaba, ya estaban a punto de
romper los tratos, cuando un caso singular vino a
deshacer toda dificultad. Estaba el cielo
encapotado. De repente,
retumbó el estruendo de un rayo fragoroso. La
piadosa señora, espantada se dirigió a don Bosco
suplicante:
-Que el Señor me libre del rayo y le cedo la
casa por la suma que usted me ofrece.
-Gracias, señora, respondió don Bosco; pido al
Señor que la bendiga ahora y siempre.
Pocos minutos más tarde cesaba el rumor del
trueno, se apagaron los relámpagos y se firmaba el
contrato por cuatrocientas cincuenta liras. Se
diría que hasta el rayo favorecía a don Bosco y se
convertía en benévolo intermediario.
En cuanto se licenció a los inquilinos,
llegaron los albañiles para preparar la capilla.
Entre tanto, un domingo reunió don Bosco a su
alrededor a los muchachos y les anunció que pronto
abriría un segundo Oratorio. Todavía se recuerda
la graciosa comparación de que se valió para dar
la grata noticia.
-Mis queridos hijos, les dijo: cuando las
abejas se han multiplicado demasiado en una
colmena, un enjambre sale de ella, constituye una
nueva familia y vuelan para habitar otro sitio.
Como veis, aquí somos tanto que no podemos
rebullirnos. En el mismo patio a cada instante
tropieza uno con otro, cae por tierra y se rompe
las narices. En la iglesia estamos como sardinas
en banasta. Ensacharla a fuerza de empujones no
nos ((**It3.269**))
conviene, pues nos podría caer encima. >>Qué
hacer? Vamos a imitar a las
abejas: formaremos otra familia e iremos a abrir
un segundo Oratorio.
Estas palabras fueron acogidas con un grito de
alegría. Esperó a que se calmara el juvenil
entusiasmo y el buen sacerdote reanudó su charla
diciendo:
-Ahora tenéis la curiosidad de saber dónde se
va a abrir el nuevo Oratorio y quiénes de vosotros
irán allí; queréis saber cuándo se abrirá, si
pronto o tarde; y qué nombre se le va a dar. Haced
silencio
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