((**Es3.212**)((**It3.265**))
CAPITULO XXIV
NECESIDAD DE UN SEGUNDO ORATORIO FESTIVO - DOS
AMIGOS DE ACUERDO - SUGERENCIAS DE MONSEÑOR
FRANSONI - EL CAPITAN EN BUSCA DE UNA POSICION
ESTRATEGICA - UN RAYO - LAS ABEJAS Y EL ANUNCIO DE
UN NUEVO ORATORIO - VISITAS - LAS LAVANDERAS
ENFURECIDAS Y AMANSADAS
CUANTO más se esmeraban don Bosco y su
incomparable ayudante el teólogo Borel y los demás
colaboradores en promover la instrucción escolar y
religiosa en el Oratorio de San Francisco de
Sales, tanto más crecía el número de los que
acudían a él. En los días de fiesta llegaban a tal
cantidad que no cabían en la capilla, por lo que
había que entretener, durante las funciones
religiosas, a más de doscientos muchachos, en las
clases o en un rincón del patio, aunque el mismo
patio, de ningún modo estrecho, resultaba sin
embargo, insuficiente para divertir libremente;
más bien daba el aspecto de una plaza de armas,
donde la gran cantidad de soldados en formación
hace casi imposible realizar los ejercicios
militares sin tropezarse el uno con el otro o
darse involuntarios golpes con el sable. Se
imponía, pues, buscar una solución.
Después de las funciones de la tarde de un día
de fiesta del mes de agosto, don Bosco llamó
aparte al teólogo Borel y le dijo: ((**It3.266**))
-Habrá usted notado hace ya unos domingos, y
hoy especialmente, que la cantidad de muchachos
que viene al Oratorio llega a ochocientos. Como
ve, en la iglesia no caben todos y los que entran
se apretujan que dan lástima. >>Y qué decir del
patio? A cada momento uno cae sobre otro; parece
el juego de los ladrillos. Y cuanto más tiempo
pase, será peor. No conviene disminuir el número
dejando fuera una parte, porque sería como
abandonarlos, o peor, exponerlos al peligro de
perderse. >>Cómo hacer, pues, señor Teólogo?
-Lo he visto todo, respondió éste, y me he
convencido de que un sitio que, al principio
parecía bastante espacioso, ha quedado muy
estrecho; pero >>tendremos que levartar las
tiendas de nuevo y
(**Es3.212**))
<Anterior: 3. 211><Siguiente: 3. 213>