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sin embargo, pese a las muchas incomodidades,
agradecían el que solicitaran sus intervenciones,
y decían estar siempre dispuestos a acudir cuando
fuere necesario. Los hijos del pueblo eran
atendidos con la misma solicitud que los hijos de
grandes señores. Tanto puede la delicadeza de
espíritu unida a la caridad cristiana. íHonor a
los médicos de Turín! No dejaremos de rezar por
ellos, ni cesará nuestro agradecimiento, porque no
sólo nos enseña la Sagrada Escritura: <>, sino que además añade que él es don del
Señor: <>. 1
1 Eclesiastés, XXVIII, 1.
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