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((**Es3.184**) titulada Un cabo de Napoleón, para representarla el día de la fiesta. Don Bosco pensaba en todas estas cosas tan dispares y atendía personalmente a las más importantes; daba órdenes y velaba para que se cumpiesen. Aquellos días todo era movimiento; las palabras, los pensamientos y las acciones de todos no tenían más que un fin: la fiesta de San Luis y el modo de celebrarla. ((**It3.228**)) Y por fin llegó la tan deseada fieta. Para que todos pudieran tomar parte en ella, se fijó para el 29 de junio, solemnidad de San Pedro y San Pablo, que por ser fiesta de entre semana, los muchachos no iban al trabajo ni tenían que presentarse a cobrar el jornal, y estaban libres desde por la mañana. Ya muy temprano, bastantes de ellos rodeaban a don Bosco y a otros sacerdotes, para confesarse; a las siete la concurrencia era más numerosa que nunca. Parecía que todos los muchachos de Turín se hubieran dado cita en el Oratorio; así que muchos de los que debían confirmarse tuvieron que quedarse fuera de la iglesia e ir a oír misa al Santuario de la Consolación. Poco después de las siete apareció la carroza del Arzobispo. Le acompañaban varios eclesiásticos de la ciudad y dos canónigos de la Catedral. Llegó también el Nuncio Apostólico de su Santidad en Turín, con algunas distinguidas personalidades. Los sacerdotes que esperaban en el Oratorio, revestidos de roquete, salieron procesionalmente a su encuentro. Cuando llegó al antedicho pabellón, don Bosco se adelantó y leyó un bello discurso en el que manifestaba la alegría que experimentaba juntamente con los sacerdotes, los señores cooperadores y todos los muchachos al ver entre ellos al amante y benemérito Pastor; manifestaba su vivo deseo de hacerle un recibimiento digno de su elevado carácter y de su bondad incomparable, y le rogaba que no fijara en la mezquindad del conjunto, sino en el cariño de todos, que era grandísimo. Entre otras cosas dijo: <((**It3.229**)) todo ello no sería más que un símbolo de nuestro corazón, lleno de estima, de reconocimiento y de amor por Vos. Ahora bien, puesto que nuestra pobreza no nos permite ofreceros símbolos, os rogamos, excelentísimo Señor, que aceptéis la realidad. Sí, aceptad nuestros obsequios, aceptad nuestro afecto, aceptad las oraciones que en este día elevamos al Señor para que os colme de gracias y os conserve muchos años con nosotros para que podamos (**Es3.184**))
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