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CAPITULO XIX
LA COMPAÑIA DE SAN LUIS - SU REGLAMENTO - PRIMERA
ACEPTACION DE SUS SOCIOS - ALGUNOS ALUMNOS DE LOS
JESUITAS - LOS PRIMEROS EJERCICIOS ESPIRITUALES EN
EL ORATORIO - EL TEOLOGO FEDERICO ALBERT -
CONSOLADORAS CONVERSIONES - CONSECUENCIAS DE ESTOS
EJERCICIOS
PARA todas sus industrias espirituales, lo mismo
que para el régimen del Oratorio, don Bosco
desplegó el mayor celo y prudencia imaginables:
todo lo estudiaba antes con la oración en la
presencia de Dios y después iba probando, paso a
paso, con prolongada reflexión, la eficacia de los
medios que pensaba emplear para salvar el alma de
sus alumnos. Por esto, nunca tuvo que echarse
atrás del uso de las prácticas adoptadas, vistos
los felices resultados que daban.
Después de haber puesto en manos de los alumnos
del Oratorio Festivo El Joven Cristiano, tan útil
para la piedad y para fomentar las buenas
costumbres, tras de haber echado las bases
orgánicas de un Reglamento para promover y
conservar la unidad de la administración y haber
fundado un asilo-hogar, le hacía falta, para
excitar a hacer el bien, una práctica estable y
uniforme que uniera entre sí a los más virtuosos,
despertara entre ellos una santa emulación y que,
siendo muchos, los hiciera a todos fuertes contra
el respeto humano. Don Bosco pensó, pues, ((**It3.215**))
instituir la Compañía de San Luis Gonzaga, con la
finalidad de comprometer a los muchachos a
practicar constantemente las virtudes que más
brillaron en este Santo. Intentaba encaminarlos
hacia una vida morigerada y piadosa, que sirviera
de luz y de sal para la gran masa de jóvenes. Con
tal motivo compuso y redactó un oportuno boceto de
reglamento corto y jugoso y lo presentó al
Arzobispo.
El venerable Pastor, que animaba cuanto podía
los proyectos de don Bosco, lo examinó y lo hizo
examinar por otros; y el 11 de abril de 1847 se lo
devolvía con estas observaciones de su puño y
letra:
(**Es3.174**))
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