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CAPITULO XVIII
NECESIDAD DE UN ASILO-HOGAR - UN GRUPO DE
GOLFILLOS - PRUEBA FALLIDA - EL PRIMER AISLADO -
PRIMERA CHARLA ANTES DE ACOSTARSE - LA PRIMERA
CAMA Y EL PRIMER DORMITORIO - HUMILDE Y OSCURO
PRINCIPIO Y BENDICION DE DIOS - EL LLANTO DE UN
HUERFANITO
HASTA este momento don Bosco no se ha ocupado en
Valdocco más que de dar, por todos los medios a su
alcance, instrucción religiosa catequética y
cultura general en escuelas dominicales, nocturnas
y diarias, y estimular a los jóvenes a la virtud
con prácticas de piedad organizadas para ellos.
Pero se dejaba sentir otra necesidad más
acuciante. La experiencia de cada día hizo ver por
sus ojos a don Bosco que había jóvenes para
quienes no bastaban las reuniones dominicales ni
las escuelas; necesitaban
un albergue caritativo.
Muchos de ellos, turineses o forasteros,
estaban llenos de buena voluntad para entregarse a
una vida honrada y laboriosa; pero cuando se les
invitaba a empezarla o proseguirla, respondían que
carecían de pan para llevar a la boca, de ropa y
de casa donde albergarse; se veían lanzados a una
vida tan precaria, y a alojarse en lugares tan
peligrosos, que en una noche olvidaban los buenos
propósitos de ((**It3.203**)) toda
una semana. En efecto, gran parte de ellos, unas
veces por favor, otras por intrusión, dormían en
un establo, en una cochera o en un pajar; pasaban
la noche al raso sobre la tierra desnuda o sobre
un banco de la vía pública; acurrucados bajo los
soportales de las casas suntuosas; ora tras una
puerta que hallaban abierta, o bajo unas
escaleras. Algunos de estos pobrecillos no podían
ir el domingo al Oratorio porque debían procurarse
el pan para el día con muchas fatigas. Don Bosco
buscaba cómo socorrerlos dentro de sus posibles y
daba pan y un plato de sopa a los más Necesitados;
Margarita, su madre, cosía y zurcía los jirones de
sus vestidos más que raídos. Pero, >>qué más podía
hacer? Don Bosco se
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