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San Judas? Si yo voy a su parroquia >>permitirá
usted que me acompañen los muchachos de las demás
parroquias, que no querrán separse de mí? íSería
suscitar la misma cuestión con los demás párrocos!
Y si vienen conmigo los setecientos y pico
muchachos, >>dónde los meteremos? >>Y, si usted
excluye a los que no son de su parroquia, puedo yo
dejarlos abandonados? Considere, además, mi
querido Señor Cura, un punto digno de reflexión,
aunque no fuere más que en teoría: >>yo me
convertiría en su coadjutor?
-Lleva usted razón, concluyó el párroco de
Nuestra Señora de los Angeles, la cuestión no es
tan simple como a primera vista parece. Basta...,
volveremos a hablar... Veremos qué decide el
Cabildo de Párrocos.
Se presentó por último el teólogo Ponzani,
párroco de San Agustín, el cual sostenía, más
duramente que los otros, sus derechos de
catequesis y de cumplimiento pascual. Dialogó
ampliamente con don Bosco, que adujo toda suerte
de razones, repitiendo siempre que él estaba
dispuesto a ceder, con tal de que así lo quisieran
los Superiores Eclesiásticos. La calma de don
Bosco y la solidez de sus razones impacientaron a
su contrario ((**It3.194**)) quien,
al despedirse, concluyó:
-Aunque el Cabildo de Párrocos decida lo que
sea, yo me reservo el derecho de hacer el examen
de promocionar a la primera comunión.
Don Bosco le hizo notar que se trataba de un
centenar de muchachos cada año, pero el buen
párroco repitió su perentoria decisión.
Llegó en tanto la semana de Pasión; don Bosco
ordenó a cada catequista que examinara a sus
alumnos y declarase idóneos para recibir la
sagrada comunión a los que considerara preparados
y le entregase a él la calificación, para tomar
nota en un registro aparte. El mismo don Bosco y
otro sacerdote presidían el examen. Pero a los
muchachos de la parroquia de San Agustín los envió
a su párroco.
Cuando el Cura vio a aquella turba, les dijo un
tanto bruscamente:
->>Qué queréis?
-Que nos examine de catecismo para hacer la
primera comunión.
-Volved otro rato; ahora no tengo tiempo.
Y los muchachos volvieron al Oratorio diciendo:
-No ha querido examinarnos.
-Pero -observó don Bosco- >>le habéis dicho que
os mandaba yo?
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