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((**Es3.151**) por los Obreros Católicos para atender a los aprendices durante la cuaresma. También se tenía catequesis los sábados por la tarde y se daba facilidad para confesarse a los que lo deseaban. Más aún, don Bosco se preocupaba de que los catequizandos se confesaran una vez y aún más, durante la cuaresma, y evitar de este modo los incovenientes de la aglomeración a la hora de la confesión pascual. Así lograba facilitar la labor del confesor, hacía más breve la acusación del penitente y, al ser corta la espera, no se cnasaba la multitud de los que querían confesarse. Pero don Bosco no se quedaba satisfecho conlos muchos chiquillos que acudían a él espontáneamente; sino que, además, iba a buscar otros, especialmente en la cuaresma. Se le vio muchas veces, en aquellos primeros tiempos, subir escaleras arriba, por los edificios en construcción, andar por los andamios, charlar con los empresarios y maestros de obra y llamar después a los chicos peones para invitarlos a ir al catecismo. La gente que pasaba por la calle se paraba a contemplar el extraño espectáculo de un sacerdote encaramado en lo alto de un andamio o de una escala. Exclamaban unos: ->>Está loco ese cura de allá arriba? ((**It3.184**)) Preguntaban otros: ->>Quién es? Y decían en los corrillos los que ya le conocían: -Es don Bosco a la caza de muchachos. Iba a hablar con los dueños o bien con los jefes de los grandes talleres de algodón, de cerrajería, de carpintería, y les rogaba que, para el propio bien, dejaran ir a sus aprendices al catecismo del Oratorio. Sus razones eran tan convincentes, que no encontraba oposición u obstáculo y les daban gustosos permiso. Los jóvenes, al llegar el mediodía, iban a casa, comían deprisa para no perder un instante de instrucción religiosa, corrían a Valdocco junto a aquel sacerdote que sabían los quería tanto y después lograban estar en su puesto de trabajo a la hora establecida. Los patronos, al ver el entusiasmo de los muchachos y cómo, a ojos vista, se hacían más modosos, fieles y obedientes, les concedieron media hora más de ausencia al trabajo, para que pudieran comer con más tranquilidad y llegar sin ansiedad a la catequesis. Cuando don Bosco encontraba a un muchacho por la calle o a la puerta de su casa, se detenía a hablar con él y le preguntaba: ->>Cómo te llamas? (**Es3.151**))
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