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acompañaban muchas veces don Juan Giacomelli y el
canónigo Juan Bautista Anfossi.
Y no sólo los muchachos empleados en oficios,
también los esparcidos por tiendas, o plazas, le
demostraban su cariño y su agradecimiento. Bastará
citar algún ejemplo.
íCuántas veces vieron los turineses por sus
calles salir repentinamente de la puerta de una
casa o de una tienda a los muchachos y apiñarse en
su derredor para besarle la mano!
La gente se conmovía por tanto afecto y
admiraba la gran paciencia del hombre de Dios. El
Arcipreste teólogo Giorda, que fue párroco de
Poirino, le vio un día cercado de numerosos
chiquillos que, por sujetarlo cariñosamente y
festejarlo, lo apretujaron y empujaban de tal
forma que varias veces estuvo a punto de caer al
suelo. Entonces el Arcipreste, algo enojado, se
acercó y empezó a reprenderles para que se
apartaran. Pero don Bosco le dijo dulcemente:
-Déjalos, déjalos que hagan lo que quieran.
Iba don Bosco una noche por una de las aceras
de la calle Doragrossa, hoy calle Garibaldi.
Pasaba ante la puerta vidriera de una magnífica
tienda de paños, cuyo cristal cubría toda la
anchura de la puerta. Un buen muchacho del
Oratorio, que estaba allí para chico de recados,
le vio y, al primer impulso de su corazón, sin
fijarse que la vidriera estaba cerrada, corrió a
saludarlo; pero dio con la cabeza en el cristal y
lo hizo añicos. Al violento caer de los vidrios,
se paró don Bosco y abrió la puerta. El chiquillo,
la mar de asustado, se le acercó; el dueño salió
corriendo de la tienda y empezó a gritar; los
transeúntes hicieron corro.
((**It3.170**)) ->>Qué
has hecho?, preguntó don Bosco al muchacho. Y él
ingenuamente respondió:
-Le vi pasar a usted y, con el deseo de
saludarle, no me dí cuenta de que debía abrir la
vidriera y la he roto.
En tanto el dueño seguía maldiciendo el
descuido del chiquillo.
->>Y por qué le grita usted así? >>No ve que ha
sido una inadvertencia?
-Sí, pero entre tanto el cristal está roto y a
mí me cuesta los cuartos.
-Está bien; usted no va a perder nada, pero
deje en paz a este pobrecillo: ha roto el cristal
por mi culpa y yo lo pagaré.
-Siendo así, no digo más. Y usted, >>quién es?
-Soy don Bosco y resido en Valdocco.
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