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((**Es3.121**) de la fortuna, que unían a veces caracteres dispares y adversos, provocaba nuevos comentarios y nuevas risas. Pero todo acababa bien y hasta se disipaban malos humores. No hay que creer que don Bosco fuera generoso en demasía en estas ocasiones. Salvo en casos extraordinarios, y cuando recibía para este fin regalos vistosos de los bienhechores, sabía ahorrar dinero para emplearlo en otros ((**It3.143**)) gastos más urgentes. La compra de premios nunca pasaba de las diez liras, y siempre encontraba bienhechores generosos que con gusto se las regalaban. Más aún, añadía don Miguel Rúa testigo del hecho, con tres liras y media muchas veces contentaba a todos y de un modo sorprendente; nunca faltaba algún premio de muchas apariencias, pero de escaso valor. Don Bosco solía decir: <>, aunque sea poco a poco y en tiempo oportuno. Y él todo lo convertía en hermoso y simpático con su modo de hacer y su palabra encantadora. (**Es3.121**))
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