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((**Es3.119**) haciéndolos hasta 1860; la última vez, después de haber divertido mucho a los muchachos los asustó, haciéndoles aparecer sin cabeza. Esto lo hizo don Bosco de propio intento. La expresión no tener cabeza, tener la cabeza cortada, que frecuentemente usaba hablando con los muchachos, tenía un gran significado: primeramente, que un joven debía ser humilde, vencer el amor propio, someterse a la voluntad, al juicio y al consejo de sus superiores sin obstinarse en las propias decisiones irreflexivas y en los propios caprichos; y, en segundo lugar, aunque más veladamente y rara vez, se refería a la obediencia religiosa en la congregación, que él quería fundar con ellos; es decir, en otros términos, ya que de congregación todavía no hablaba, sino de quedarse con don Bosco en el Oratorio para ayudarlo en la salvación de la juventud. Todo esto lo decía como de pasada a los que reconocía eran de mucha virtud, de carácter generoso y muy aficionados a él. Otros juegos le daban ocasión para, de distintos modos, avisar a alguno, con alegres palabras, aconsejarle e invitarle al bien. Don Santiago Bellia, José Buzzetti y cien compañeros más recordaban estos espectáculos y añadían detalles de otros entretenimientos que hacían cada vez más agradables aquellas veladas. A veces, en ciertas fiestas de primer orden, como por ejemplo en la de San Francisco de Sales, don Bosco preparaba la rueda de fortuna con billetes, en parte numerados y en parte no. Sobre una gran mesa estaban colocados muchos premios de valor, que él mismo había ido a pedir a sus bienhechores. Cada premio tenía su número. Los invitados acudían en tropel; un muchacho hacía girar la rueda, y don Bosco mismo extraía los billetes, que eran diez veces más en número que los premios y los entregaba a quien había pagado el importe establecido. A veces ((**It3.141**)) les tocaban a algunos de aquellos señores diez o doce billetes en blanco, con lo que no tenían derecho a premio; ellos se quedaban tan contentos con su mala suerte y los espectadores, singularmente muchachos, reían de buena gana. La rueda de la fortuna era una fórmula para cubrir los gastos de la fiesta. La suerte la aprovechaba también para tener ocupados agradablemente a los muchachos. Estaba establecido que, al menos cada trimestre, se hiciese una lotería: en las fiestas de San Francisco de Sales, San Luis Gonzaga, Asunción de la Virgen y Todos los Santos 1. Los objetos destinados a la rifa eran devocionarios, libros 1 (REG. O. F.,p. III, c. V) (**Es3.119**))
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