Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es2.83**) -Porque cuando mueras, yo deseo vayas al cielo; y va a resultar que estos tus brazos van a ser arrojados al fuego. Y esto, no es tratarlos mal? -Pero yo no hago nada malo; y no quiero ir al infierno. -Pues hay que resignarse: las cosas son así: al menos irás al purgatorio, y quién sabe por cuanto tiempo. -Este aviso va para mí, dijo sonrojada una de las mayores; qué va a ser de mí que llevo tan descubierto el cuello? -Pues eso; que las llamas de los brazos subirán hasta el cuello y lo envolverán del todo. -íEntendido! íentendido!, exclamó la madre. Me toca a mí poner remedio. Le agradezco su aviso. ((**It2.97**)) íCómo brillan en esta amonestación la prudencia y la modestia! Don Bosco sigue siendo el mismo; pero ya es sacerdote y no rehuye tratar con toda clase de gente. Que es lo que dice san Pablo: <>. 1 En adelante dedicará también su apostolado a las jovencitas, que también son criaturas de Dios, redimidas por la sangre de Jesucristo; pero siempre habrá que admirar su circunspección en modales y palabras. Hasta el momento, sus relaciones se limitaban a las familias de los oratorianos, pero empezaban a extenderse a personas distinguidas, a sacerdotes seculares y regulares. Pues bien, no tenía el menor reparo en hacer saludables observaciones siempre que lo creía oportuno. Iban entre otros a visitarle en la Residencia algunos Padres de cierta Orden religiosa muy distinguida. Solía caer la conversación de uno de ellos sobre determinado teólogo amigo de don Bosco, muy culto y santo, que habiendo sido admitido a examen para ingresar en aquella Orden, no fue aceptado y, por consiguiente, no entró en el noviciado. Por esta razón tildaba aquel Padre de ignorante, falto de ingenio y de criterio al amigo de don Bosco y tejía un panegírico semejante sobre otro sacerdote. Don Bosco le dejó hablar y calló, en varias ocasiones. Pero un día no pudo aguantar más la ligereza del censor y, con un tono un tanto resentido, rebatió así la acusación de ignorante: -Pero, si ustedes le invitaron a entrar y le admitieron al examen, quiere decir que estaban persuadidos de que íera un hombre de cierta altura! íEl desengaño sufrido ((**It2.98**)) no haría mucho honor a la perspicacia de ustedes! 1 I Cor. IX, 22.(**Es2.83**))
<Anterior: 2. 82><Siguiente: 2. 84>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com