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-Cómo?, exclamó el sacristán extrañado. Es
amigo suyo esa buena pieza?
-Pues sí; todos los maltratados son mis mejores
amigos. Usted ha pegado a uno que conocen los
superiores. Vaya enseguida a llamarlo, porque
tengo que hablar con él, y no vuelva hasta que lo
haya encontrado; de lo contrario comunicaré al
Rector de la iglesia cómo trata usted a los
muchachos.
Ante tal orden, cesó la ira desatinada del
sacristán que, dejando el plumero y gritando
toder, toder 1, corrió tras el muchacho; lo buscó,
lo encontró en una calle próxima y, asegurándole
mejores tratos, lo acompañó hasta don Bosco. El
pobrecillo se acercó temblando y lloroso por los
golpes recibidos.
-Ya has oído misa?, le preguntó el sacerdote
amablemente.
-No, respondió.
-Ven y la oirás; después querría hablarte de un
negocio que te va a gustar.
El deseo de don Bosco era sencillamente el de
mitigar la pena de aquel pobrete y no dejarle mal
impresionado contra los encargados de la
sacristía; pero eran más elevados los designios de
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Dios, que quería colocar aquel día la primera
piedra de un edificio monumental. El diálogo quedó
interrumpido por la llegada del sacristán con otro
joven, que había buscado para ayudar a la misa.
Una vez que éste terminó y hecha la acción de
gracias, tomó don Bosco a su protegido y se lo
llevó a un pequeño coro de la iglesia. Sentóse con
cara sonriente, y asegurándole que no tuviese
miedo a nuevos golpes le preguntó:
-Cómo te llamas, amigo?
-Bartolomé Garelli.
-De dónde eres?
-De Asti.
-Qué oficio tienes?
-Albañil.
-Vive tu padre?
-No, murió ya.
-Y tu madre?
-También murió.
-Cuántos años tienes?
-Dieciséis.
1 Toder es una palabra piamontesa de burla o de
desprecio, con la que se apodaba a los de origen
alemán.(**Es2.65**))
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