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Estaba don Bosco, a la hora establecida, en la
sacristía de San Francisco de Asís, a punto de
revestirse los ornamentos sagrados para celebrar
la santa misa. Esperaba que fuera alguno para
ayudársela. En medio de la sacristía, rodando de
un rincón a otro, había un joven de catorce o
quince años, cuyos vestidos no muy limpios y sus
descuidados andares daban ((**It2.71**)) a
entender que no pertenecía a ninguna familia
señorial ni acomodada. De pie, con el sombrero en
la mano, miraba los ornamentos sagrados con cara
de extrañeza, como quien ha visto aquello raras
veces. Cuando he aquí que el sacristán, un tal
José Comotti, hombre de mal talante y rústico,
dirigiéndose a él le dijo:
-Qué haces tú aquí? No ves que estorbas a la
gente? Deprisa, muévete, ve a ayudar a misa a ese
sacerdote.
El jovencito, al oír estas palabras, aturdido y
medroso del duro ceño del sacristán, respondió con
palabras entrecortadas:
-No sé; no me atrevo.
-Vamos, replicó el otro; quiero que ayudes a
misa.
-No sé, replicó el muchacho todavía más
mortificado que antes; no lo he hecho en mi vida.
-Cómo?, gritó el sacristán, no sabes?
Y largándole un puntapié, continuó:
-Eres un animal; si no sabes ayudar, a qué
vienes aquí? íFuera enseguida!
Y como el muchacho aturdido no se movía, en
menos que se dice, agarró el sacristán el plumero
y la emprendió a golpes sobre las espaldas del
pobre chico, que no sabía por donde escapar.
-Qué hace usted?, gritó don Bosco conmovido al
sacristán. Por qué pega de este modo a ese
muchacho? Qué le ha hecho?
Pero el sacristán enfurecido no atendía.
Entretanto, el joven al verse en tan mal trance y
no conociendo la salida hacia la iglesia, se metió
por una puerta que daba al pequeño coro, seguido
del sacristán. Al no encontrar por donde salir,
volvió a la sacristía, y, dando por fin con la
salida, puso pies en polvorosa...
Don Bosco llamó de nuevo al sacristán y con
cara algo severa le dijo:
-Por qué ha ((**It2.72**)) pegado a
ese muchacho? Qué mal le ha hecho, para tratarlo
de ese modo?
-Para qué viene a la sacristía, si no sabe
ayudar a misa?
-Sea como fuere, usted se ha portado mal.
-Y a usted qué le importa?
-Me importa mucho; se trata de un amigo
mío.(**Es2.64**))
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