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((**Es2.64**) Estaba don Bosco, a la hora establecida, en la sacristía de San Francisco de Asís, a punto de revestirse los ornamentos sagrados para celebrar la santa misa. Esperaba que fuera alguno para ayudársela. En medio de la sacristía, rodando de un rincón a otro, había un joven de catorce o quince años, cuyos vestidos no muy limpios y sus descuidados andares daban ((**It2.71**)) a entender que no pertenecía a ninguna familia señorial ni acomodada. De pie, con el sombrero en la mano, miraba los ornamentos sagrados con cara de extrañeza, como quien ha visto aquello raras veces. Cuando he aquí que el sacristán, un tal José Comotti, hombre de mal talante y rústico, dirigiéndose a él le dijo: -Qué haces tú aquí? No ves que estorbas a la gente? Deprisa, muévete, ve a ayudar a misa a ese sacerdote. El jovencito, al oír estas palabras, aturdido y medroso del duro ceño del sacristán, respondió con palabras entrecortadas: -No sé; no me atrevo. -Vamos, replicó el otro; quiero que ayudes a misa. -No sé, replicó el muchacho todavía más mortificado que antes; no lo he hecho en mi vida. -Cómo?, gritó el sacristán, no sabes? Y largándole un puntapié, continuó: -Eres un animal; si no sabes ayudar, a qué vienes aquí? íFuera enseguida! Y como el muchacho aturdido no se movía, en menos que se dice, agarró el sacristán el plumero y la emprendió a golpes sobre las espaldas del pobre chico, que no sabía por donde escapar. -Qué hace usted?, gritó don Bosco conmovido al sacristán. Por qué pega de este modo a ese muchacho? Qué le ha hecho? Pero el sacristán enfurecido no atendía. Entretanto, el joven al verse en tan mal trance y no conociendo la salida hacia la iglesia, se metió por una puerta que daba al pequeño coro, seguido del sacristán. Al no encontrar por donde salir, volvió a la sacristía, y, dando por fin con la salida, puso pies en polvorosa... Don Bosco llamó de nuevo al sacristán y con cara algo severa le dijo: -Por qué ha ((**It2.72**)) pegado a ese muchacho? Qué mal le ha hecho, para tratarlo de ese modo? -Para qué viene a la sacristía, si no sabe ayudar a misa? -Sea como fuere, usted se ha portado mal. -Y a usted qué le importa? -Me importa mucho; se trata de un amigo mío.(**Es2.64**))
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