((**Es2.52**)
con ventaja, de todas las virtudes del teólogo
Guala. Pequeño, cenceño y contrahecho en su
persona, jamás concedió tregua a su continuo
trabajo en el púlpito, en el confesionario, en la
clase, en las cárceles y en la asistencia a los
condenados a muerte por los tribunales. Aunque de
aspecto algo serio, era más condescendiente a las
peticiones de los alumnos que el teólogo Guala, el
cual les decía en muchas ocasiones: ite ad Joseph
(id a José), es decir, a Cafasso. Este se
interesaba mucho por la salud de los residentes,
fácilmente permitía a los más delicados un paseo
por la mañana y los dispensaba de la abstinencia
de carne, ordenándoles, no se inquietasen por
ello, sino que obedecieran. Deseaba que se
conservasen fuertes para poder trabajar mucho. El,
en cambio, era mortificadísimo y de un rigor
extremado consigo mismo en los días de ayuno.
<((**It2.55**)) que
todavía llegará a tiempo a la oración. Me
respondió: -Quiere usted preferir un vaso de agua
a una oración tan preciosa como es el Rosario que
rezamos en honor de María Santísima?>>.
Don Cafasso daba su clase por la tarde. Su
constante y profundo estudio de los autores más
célebres de moral, la comparación de opiniones de
Alasia y San Alfonso, la atención a los apuntes de
su venerado maestro, le habían dado una facilidad
singular para pescar al vuelo cualquier cuestión y
resolver de repente los más difíciles e
intrincados casos. En las muchísimas notas, por él
escritas al margen de sus libros, presenta las
cuestiones de mayor importancia con tal orden,
claridad, brevedad y precisión, que facilita
grandemente su comprensión y retención. Más tarde
ordenó y completó estas notas con un sustancioso
compendio de Moral, conocido con el nombre(**Es2.52**))
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