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de don Cafasso eran para don Bosco mandatos e
inspiraciones del cielo. Así que aceptó de buen
grado su sugerencia y, renunciando generosamente a
todo empleo lucrativo y a la santa satisfacción
que le impulsaba a ocuparse en seguida de los
niños de su pueblo, presintiendo que más tarde
Dios le encomendaría muchos otros, se decidió a
entrar en la Residencia Sacerdotal.
Y así, el 3 de noviembre de 1841 celebraba la
misa en la iglesia de Castelnuovo y se ponía en
camino hacia Turín. Sus pensamientos y afectos de
aquel momento solemne, parecen estar reproducidos
en una ((**It2.45**)) vieja
página escrita de su puño y letra, poco tiempo más
tarde:
<((**It2.46**)) gloria
de Dios y provecho de las almas, entendí
entregarme a
1 San Juan XI, 52.(**Es2.45**))
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