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repetir hasta las lágrimas:
-íQué consuelo! íMe parece estar en el paraíso!
Después de la función dio una pequeña cena a
los muchachos y los envió a sus casas a descansar.
El, después de unas horas de sueño, volvía a la
iglesia, a la espera de la turba más numerosa que
no había podido asistir ((**It2.584**)) a la
solemnidad de la noche: confesó, celebró las otras
dos misas y luego se entregó a las múltiples
ocupaciones de los días festivos.
Así se celebró por varios años la novena y
fiesta de Navidad, hasta que don Bosco pudo
disponer de otros sacerdotes.
Pero estas primeras fiestas de Navidad
revistieron un carácter inolvidable, porque
señalaban como definitiva la toma de posesión de
la prometida casa Pinardi, ya que todo estaba
ordenado para el regular desenvolvimiento del
Oratorio, y confirmaron las promesas de los
futuros grandes edificios que narrarían la bondad
del Señor a las futuras generaciones.
Con cuánto afecto exclamaría don Bosco, al
rezar aquel día el oficio divino con la mente
llena de sus ideales: <>1.
1 Salmo XLVII, 10, 11.
(**Es2.438**))
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