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((**Es2.420**) maestro carpintero, Félix Vergnano, comerciante de pasamanería, Pablo Delfino, hoy profesor de enseñanza técnica. Se añadieron después a éstos Antonio y Juan Melanotte, droguero el primero y confitero el segundo, Félix y Pedro Ferrero, éste agente comercial y cajista el otro, y Juan Piola carpintero, dueño de un almacén actualmente. Se unieron a éstos Víctor Mogna y Luis Genta. ((**It2.560**)) También colaboraban con estos maestrillos varios piadosos señores de la ciudad, algunos muy constantes, como los quincalleros José Gagliardi y José Fino, y el joyero Víctor Ritner>>. Hasta aquí don Bosco. A pesar de esto no siempre eran suficientes los maestrillos del Oratorio. Unos debían prepararse para su nueva y difícil tarea; otros no lograban mantener la disciplina y había que relevarlos; algunos, por falta de voluntad o disgustados, iban rara vez a clase. Pero como aumentaban las clases también había que aumentar los maestros. Esta era la continua preocupación de don Bosco. Con estas sus providencias y otras semejantes, las escuelas dominicales y nocturnas alcanzaron un incremento superior a toda esperanza. Fue entonces cuando don Bosco, después de haber hecho leer a sus muchachos el epítome de catecismo y haberles presentado su Historia Sagrada y su Historia Eclesiástica, resolvió la gran dificultad de encontrar otros libros adaptados a su inteligencia. El éxito alcanzado por los muchachos demostró cada vez más su ingenio, su cultura y sobre todo su experiencia y sentido práctico para componer estos manuales. A las mencionadas escuelas añadió, al mismo tiempo, una clase de dibujo, de aritmética y de sistema métrico. Su libro sobre la ciencia de los números, tan poco agradable en general a los jovencitos, fue muy bien aceptado, y como veremos, contribuyó al éxito de estas escuelas, porque resolvía las necesidades intelectuales y materiales del pueblo. Los muchachos que aprendieron con sus libros, se mostraron agradecidos a su tenaz, trabajosa y constante dedicación y a las noches empleadas en escribirlos. Era un espectáculo maravilloso ver, al anochecer, las ventanas de las habitaciones de casa Pinardi iluminadas. Estaban completamente llenas de muchachos, como si allí se celebrara una fiesta continuada. ((**It2.561**)) En una sala había un grupo de pie ante los cartelones escolares o con un libro en la mano; en otra, se les veía en los bancos dedicados al ejercicio de la escritura, de rodillas ante las banquetas de la iglesia y sentados en el suelo emborronando cuadernos con palotes. A veces aparecía don Bosco en la galería, daba un vistazo a (**Es2.420**))
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