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santa misa, cuando don Bosco estaba ausente. Pero
no podían hacer más, pues la mayor parte tenían
otras obligaciones importantes en la ciudad. No
podía contar con seguridad con los pocos que
andaban más libres porque muchas veces no
aparecían en clase por algún impedimiento. El
teólogo Borel acudía frecuentemente en ayuda de
don Bosco; pero, como estaba continuamente ocupado
con tantas obras buenas y ministeriales, podía
atender poco a los muchachos, ya que su actividad
y quehaceres se desenvolvían en otros campos. Si
él dirigió el Oratorio, durante la enfermedad de
don Bosco, fue en razón de una caridad que
superaba los excesos más agobiadores de las
fuerzas humanas, y que no podía prorrogarse
indefinidamente.
Dónde, pues, encontró don Bosco maestros para
tantas clases y tantos muchachos? El mismo se los
fabricó: he aquí cómo. Había entre los que
frecuentaban el Oratorio algunos mayorcetes de
mucho talento, que deseaban instrucción más
completa, para crearse una posición desahogada en
sociedad. Pues bien, don Bosco escogió a algunos
de éstos y les dio, en horas aparte, enseñanza
gratuita de italiano, latín, francés, aritmética y
otras materias, a condición de que ellos, a su
vez, le ayudasen a enseñar catecismo durante la
Cuaresma y a dar clase los domingos y por la noche
a sus compañeros.
((**It2.559**)) Algunos
pertenecían al grupo de aquéllos primeros que
reunió cuando vivía en la Residencia Sacerdotal de
San Francisco de Asís. La prueba constituyó un
éxito, que ciertamente costó a don Bosco trabajos
y sudores, porque más de uno falló a su palabra,
después de haberle hecho gastar tiempo y dinero en
libros y ayudas familiares. Esto maestrillos,
sólo ocho o diez al principio, aumentaron después;
le ayudaron a instruir a sus muchachos y ellos
mismos ocuparon en el mundo puestos honrosos y
llegaron a ser hombres influyentes en la ciudad
para bien propio y del prójimo. Y al descubrir en
algunos de ellos las cualidades oportunas y una
decidida vocación sacerdotal, empezó a darles
clases particulares, de suerte que resultaron
excelentes sacerdotes para el ministerio de las
almas. Así comenzó en el Oratorio la sección de
estudiantes, que todavía hoy sigue suministrando a
la obra de don Bosco maestros, profesores y
educadores para sus centros de educación en
Italia, Francia, España, Inglaterra, Austria,
Suiza, América, Palestina y Africa.
Leemos en una memoria autógrafa de don Bosco
este precioso recuerdo de aquellos tiempos:
-<(**Es2.419**))
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