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pecadores, ((**It2.551**))
comprobada con hechos tomados de la Sagrada
Escritura. -3. Particulares rasgos de
misericordia, usados por el divino Salvador en su
dolorísima pasión, con los pecadores.
Para los últimos tres días expone tres motivos
por los cuales hay que dar gracias a Dios. - 1.
Por la amabilidad con que acoge a los pecadores. -
2. Por el beneficio inestimable del sacramento de
la penitencia. -3. Por los medios de salvación
eterna que nos procura en la santa religión
católica.
Explica después detalladamente la naturaleza de
las indulgencias, sus admirables efectos y el modo
de ganarlas, y exclama: -<>.
Proponía al final de cada día una de las
siguientes prácticas de piedad. - Exhortad a
vuestros familiares y amigos a tomar parte, si les
es posible, en este piadoso ejercicio. - Perdonad
a quien os hubiere ofendido, y cuanto mayor sea la
injuria que perdonéis a vuestro prójimo, tanto más
podréis esperar la misericordia divina. - Haced
hoy alguna abstinencia para impetrar la
misericordia de Dios en favor de todos los
pecadores, especialmente de los que se encuentrar
en punto de muerte. - Haced alguna limosna, según
vuestras posibilidades, y si no
podéis, rezad cinco Pater, Ave y Gloria a las
cinco llagas de nuestro divino Salvador, con la
jaculatoria: Jesús mío, misericordia. - Deteneos
un rato para recordar los pecados de la vida
pasada y preparaos para hacer una santa confesión.
- Siete ((**It2.552**))
Avemarías, y siete Glorias a los dolores de María
Santísima para que nos obtenga verdadero dolor de
nuestros pecados.
Terminaba el librito con esta conmovedora
frase, alusiva especialmente a la Marquesa: <>.
Este opúsculo se imprimía a fines del año, y a
expensas de don Bosco, en la tipografía herederos
Botta, calle Consolata, 14. Sucedió entonces un
hecho digno de recuerdo. El manuscrito de don
Bosco cayó casualmente en manos de algunos
individuos, uno de los cuales empezó a leerlo en
voz alta, haciendo burla del autor. Pero Dios,
siempre bueno, tuvo un rasgo de su paternal
bondad. Después de leer las primeras páginas, los
burlones se callaron; siguió a las risas un vivo
sentimiento de dolor y terminaron yendo a confesar
(**Es2.413**))
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