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casi como en trueque, fue ((**It2.550**)) al
Oratorio y contó a don Bosco lo sucedido en el
palacio de la Marquesa. Don Bosco, que desde el
principio de su sacerdocio había cooperado para
introducir en algunos retiros y colegios de monjas
de Turín el uso de oraciones especiales en honor
de la divina misericordia, escribió sin más un
libro que resultó muy apropiado para admirarla e
inspirar viva confianza en Ella. Pero no quiso
figurara su nombre por delicada cortesía con la
Marquesa. El título era: Ejercicio de devoción a
la misericordia de Dios. El desarrollo de su
escrito se ajusta a la prácticas de piedad
aprobadas y prescritas por Roma.
Empieza con las súplicas de la Marquesa a la
Santa Sede y la transcripción de los tres
Rescriptos Pontificios citados. Luego continúa:
<>.
Estas reflexiones debían exponerse la víspera de
este piadoso ejercicio, y todas las conferencias
debían empezar con esta invocación: <<-íOh
misericordia de Dios que imploramos no sólo para
nosotros, sino para todos los hombres!>>.
Los temas para las conferencias, enriquecidos
con citas de las Sagradas Escrituras, eran éstos.
Para los tres primeros días: -1. Dios reparte
continuamente su misericordia a los justos y a los
pecadores. Misericordia suya es todo cuanto
concede a los hombres en el orden espiritual y en
el temporal. - 2. Maravillosa bondad de Dios con
los
Paraíso de los santos,
patria hermosa y sin igual,
íah! tus glorias y tus cantos
siempre, siempre durarán.
íOh! cuán dulce será entonces
con los ángeles hablar,
estar siempre con María,
oh, qué dicha sin igual.
íQué contento, la belleza
de Dios mismo contemplar;
e inundarse en el océano
de sus gracias y bondad! (N. del T.).
(**Es2.412**))
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