((**Es2.404**)
Esta era la topografía de la finca y casa
Pinardi, de acuerdo con los mapas existentes en
los archivos municipales.
Entretanto don Bosco, siempre con miras al
cumplimiento de sus designios, después de haber
alquilado una tras otra varias habitaciones,
subarrendaba ante notario a Pancracio Soave, el 1
de diciembre de 1846, toda la casa con el terreno
circundante, por 710 liras al año. Entregaba,
además, a título de compensación, 59 liras al
dicho Soave, que seguía usufructuando las
habitaciones de la planta baja para la explotación
de su negocio, hasta el 1 de marzo de 1847, sin
alquiler alguno. El arriendo expiraba el 31 de
diciembre de 1848. Es la primera vez que aparece
la firma de don Bosco en una escritura.
Después de este afortunado contrato, a fin de
evitar que se pudiera entrar libremente en sus
patios por cualquier parte, hizo reparar poco a
poco las tapias existentes y levantar otras
nuevas, donde no había más que estacada y seto
vivo. Levantó, al oeste del patio de recreo, otra
tapia que comenzaba en la misma línea de la
fachada de la casa, aunque a más de cuatro metros
de ésta, y formando con ella ángulo recto. Medía
casi 18 metros y llegaba hasta la calle de la
Jardinera, en la cual se abría el portalón de
entrada; y en el otro extremo, junto a la capilla,
puso un cancel de dos hojas, pintado de verde.
Frente al portalón se extendía el campo de los
famosos sueños, en cuyo extremo superior se abría
derecha la calle que llevaba a la Real Fábrica de
Armas, llamada ahora calle Cottolengo, de la cual
descendía la calle de la Jardinera, a diez metros
del Refugio y el principio del cobertizo Visca.
((**It2.541**)) Hay que
observar, para completar la descripción, que la
mayor parte del terreno se extendía delante de la
casa. Don Bosco hizo limpiar y allanar el espacio
comprendido entre la pila de la bomba y la tapia
occidental para patio de juego: el resto, cercado
de seto vivo bajo, lo dejó, en parte, como prado,
donde varios árboles extendían sus ramas a cuya
sombra iba él a sentarse con un grupo de
muchachos; y, en parte, lo convirtió en huerto,
que se llamó huerto de mamá Margarita cuando
aquella
animosa mujer empezó a cultivarlo. Entre el
huerto y la casa había un espacio de unos cinco
metros de ancho que llegaba hasta la tapia de los
Filippi y cercaba sus tres lados una senda por la
que podían caminar dos personas a la par. El
señor Bellia, empresario de la construcción, el
mismo que preparó a don Bosco la capilla del
Refugio, era quien ahora enviaba a sus obreros
para realizar los trabajos mencionados. Mientras
don Bosco iba arreglando su casa, cambiando la
escalera de madera por otra de piedra, no le
faltaban disgustos. Tenía que aguantar a los
(**Es2.404**))
<Anterior: 2. 403><Siguiente: 2. 405>