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un todo con él, con las mismas dimensiones de
longitud y anchura, y precisamente donde ahora
está el refectorio de la comunidad salesiana, se
alzaba el cobertizo capilla. Pero la altura del
cielo raso quedaba partida en dos, a causa de la
pendiente del tejado, mucho más en declive al
norte que al mediodía, tal que no quedaba encima
espacio suficiente para algo que sirviera de
habitación. Cuando los muchachos hacían gimnasia
se subían al tejado fácilmente y saltaban desde
allí al patio, sin peligro de hacerse daño. Y en
el interior, lo mayorcetes podían tocar el techo
con la mano subidos sobre un banco. La puerta, de
un metro de ancha, tenía dos hojas y una cruz de
madera encima; estaba orientada hacia poniente y,
al entrar, había que bajar un escaloncito y un
pequeño plano inclinado. A la derecha, próximo a
la puerta, había un nicho, con una estatuita de
San Luis Gonzaga. La misma que don Bosco hacía
llevar en procesión a los muchachos por los poco
frecuentados caminos de los alrededores. El
inculcaba siempre la devoción a María Santísima y
a San Luis, como salvaguardia de la bella virtud.
Detrás del único altar, adornado con la imagen de
la Santísima Madre de Jesús, había una habitación
de cierta amplitud, que sirvió al principio de
sacristía. Al crecer el número de muchachos
((**It2.538**)) don
Bosco derribó la pared divisoria y la sustituyó
por dos columnas de madera, que sostenían una viga
sobre la cual descansaban las correas del cielo
raso; se retiró más atrás el altar y quedó un
espacio para coro. Los trabajos de carpintería
los ejecutó el joven Coriasso. Para tener una
nueva sacristía, se alquiló otro cuarto de la
planta baja, a la parte del mediodía y se abrió
una portezuela que daba al lado de la epístola.
íEs una lástima que haya sido destruida esa
iglesia! La posterioridad hubiera podido admirar
el monumento donde comenzaron los colosales
posteriores establecimientos de don Bosco.
Detrás del coro, en el lugar donde hoy existe
un pasillo que va desde el patio interior al
jardín, se levantaba otro edificio adjunto que
tenía la misma anchura del lado de la casa, esto
es, doce metros: el techo era más bajo que el de
la casa, contra la que se apoyaba, y tenía la
vertiente principal hacia levante. Estaba
dividido en dos compartimientos iguales, uno hacia
el sur con puerta y ventana, que había servido de
cuadra y ahora estaba destinado a habitacón; y
otro al norte, que se empleaba para leñera y
almacén, y que se cambió en trascoro; la
buhardilla servía para almacén del heno.
La finca que encerraba todas estas pobres
construcciones medía 3.697 metros cuadrados; casi
toda ella era prado con muchos árboles, y tenía la
figura de un polígono irregular de cinco lados.
El señor
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