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CAPITULO IV
TRES DESTINOS A LA VISTA -CONSEJO DE DON CAFASSO
-LA RESIDENCIA SACERDOTAL DE TURIN -DON BOSCO VA A
TURIN -EN MANOS DE LA PROVIDENCIA -INSTRUMENTOS DE
ESTA
LAS vacaciones otoñales tocaban a su fin. Don Juan
Bosco contaba ya veintiséis años y debía pensar en
su porvenir y procurarse una posición.
Tres posibles destinos aparecieron ante sus
ojos. El primero, como profesor en casa de una
noble familia genovesa, con un estipendio de mil
liras anuales. Parientes y amigos intentaban
convencer a Margarita para que persuadiese a don
Juan sobre la conveniencia de aceptar aquel
puesto. En él quedaban a cubierto alimentos y
vestido; por tanto, con el estipendio limpio
podría mejorar las condiciones de su familia. Pero
la buena Margarita, intuyendo que no siempre reina
la inocencia de costumbres tras las cortinas de
seda, respondía:
-Mi hijo en casa de señores...? Qué haría él
con las mil liras, qué hago yo con ellas, qué
haría su hermano, si Juan perdiera luego su alma?
También le habían propuesto para capellán en su
aldea de Morialdo, aumentando la retribución que
hasta entonces se acostumbraba a dar al sacerdote;
más aún, aquellos aldeanos estaban dispuestos
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a doblarle el estipendio con tal de que se quedase
con ellos para maestro de sus hijos. El tercer
empleo era el de vicepárroco de Castelnuovo, donde
tanto le apreciaban sus paisanos y especialmente
el teólogo Cinzano.
Don Bosco acostumbraba, antes de tomar una
decisión, colocar en primer lugar la gloria de
Dios y la salvación de las almas y, después,
calculaba si, con lo que se le ofrecía, podría
conseguir su noble propósito. Rogaba a Dios que le
iluminara y al mismo tiempo pedía consejo a
personas doctas y piadosas. Cuando estaba
moralmente seguro(**Es2.40**))
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