((**Es2.396**)
-Y tú, le dijo conmovido don Bosco, te quedas
sin él?
-Tengo otro en casa. Vende ése y compra lo que
te haga falta. Para volver a casa, no necesito
saber qué hora es.
Le dio don Bosco las gracias y dirigiéndose a
su madre dijo:
-He aquí una hermosa prueba de que la divina
Providencia pensará en nosotros. Vayamos, pues,
confiados.
Bajaron unos pasos y se encontraron en la nueva
casa. Se componía de dos cuartitos para dormir,
((**It2.529**)) uno de
los cuales debía servir también de cocina. Las
otras dos habitaciones quedaban vacías por el
momento. No había más muebles que dos camas, dos
bancos, dos sillas, un baúl, una mesa, un
pucherito, una cacerola y algunos platos. Podemos
añadir que la primera noche había además un reloj,
que fue vendido al día siguiente. Como se ve,
allí reinaban soberanas la pobreza y miseria.
Aquella escasez y penuria, que hubieran
entristecido y desanimado a cualquiera, alegraron,
por el contrario, a don Bosco y a su madre, la
cual, sonriendo, le dijo:
-<>.
Después, con buen humor y contenta, empezó a
cantar:
íAy del mundo
si nos mira,
forasteros
y sin lira!
Entretanto algunos muchachos del Oratorio,
Esteban Castagno entre ellos, se emplazaron
curiosamente bajo las ventanas de la casa para ver
a don Bosco y oyeron su voz, cantando juntamente
con su madre: -Angel Santo, guarda pío-. Se les
oyó cantar durante más de una hora, mientras don
Bosco colgaba en la pared un crucifijo a la
cabecera de la cama, un cuadro de la Virgen, un
cuadrito con el Agnus Dei en cera, una rama de
olivo del Domingo de Ramos, una concha con agua
bendita y una vela bendecida. Apreciaba mucho
estos provechosos objetos de devoción y tenía por
ellos un gran respeto. Adornaba además las
paredes con algunos carteles en los que había
hecho imprimir varias inscripciones. En uno de
ellos se leía ((**It2.530**)) el lema
de San Francisco de Sales: DA MIHI ANIMAS CAETERA
TOLLE, que él había tomado por suyo desde los
primeros años de su ordenación sacerdotal y al que
se atuvo fielmente hasta la
(**Es2.396**))
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