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((**Es2.391**) tenemos; pero quédese aquí y no nos prive a nosotras y a nuestros hijos de tanto bien como nos está haciendo. Al ver que sus ruegos e insistencias eran inútiles, ya que don Bosco no buscaba nunca su propio interés y comodidad, sino la voluntad y los intereses de Jesucristo, algunas de aquellas mujeres y sus hijos rompieron a llorar a lágrima viva, hasta hacer perder la serenidad a don Bosco. Entretanto, mientras mandaba a Turín algunas provisiones de legumbres, trigo y maíz, y se arreglaban las cosas de casa, llegó el martes, día 3 de noviembre de 1846, fijado para la partida. (**Es2.391**))
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