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CAPITULO LIV
CONSEJOS NO SEGUIDOS - UNA PRECIOSA SUGERENCIA -
EL HIJO Y LA MADRE - FIN NOBLE Y GENEROSO - EL
LLANTO DE LAS MADRES
TRES meses habían transcurrido desde que don Bosco
se encontraba en el seno de la familia. Gracias
al reposo, a la salubridad del clima y a los
amorosos cuidados de las personas queridas, podía
decirse que había recobrado del todo su salud.
Emocionado por las frecuentes visitas de los
muchachos, que querían llevarle a Turín,
presionado por las afectuosas cartas en las que le
pedían su vuelta, había prometido contentarles, y
los días se le hacían años para partir camino del
Oratorio. Pero había cosas que le tenían perplejo
y retardaban el cumplimiento de sus deseos: los
amigos que se lo desaconsejaban y la crítica
situación de su nueva morada en Valdocco.
<((**It2.516**)) fáciles
y ligeras, y así, fuerte del todo, podrás volver
al tajo sin temor alguno>>. Del mismo parecer
eran el Arzobispo y don Cafasso, que le habían
escrito aconsejándole que continuara y
asegurándole que
el Oratorio estaba en buenas manos y, por tanto,
podía descansar tranquilo, sin preocupaciones de
ningún género.
Realmente, si se consideraba el ímprobo trabajo
del Oratorio, y a poco que se pensara en la débil
complexión de don Bosco y las consecuencias de la
mortal enfermedad, de la que casi milagrosamente
acababa de escapar hacía poco, estos no eran
consejos despreciables. Mas, por fortuna, un imán
poderoso atraía a don Bosco a volver de nuevo a
cuidarse de sus muchachos; sentía un disgusto, una
pena,
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