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domingos de San Luis; Luis Comollo; EL Angel
Custodio; La Historia Eclesiástica, que hallará en
el armario junto a mi mesa.
>>Mi salud sigue mejorando; sólo me molesta el
dolor de muelas hace unos días, pero éste viene y
se va. La uva está ya buena: dígaselo a don
Pacchiotti y a don Bosio; y téngalo también usted
en cuenta...
>>Mucho me gustaría que me diera noticias de
Genta, Gamba, los dos Ferreri y Piola, si se
portan bien o qué hacen...
>>Salude a nuestros queridos colegas don
Pacchiotti y don Bosio y créame siempre, como de
corazón me profeso en el Señor.
Castelnuovo de Asti, 31 de agosto de 1846
Afectísimo servidor y amigo
JUAN BOSCO, Pbro.
>>P.S. Entregue esta carta al teólogo Vola.
Salgo corriendo para ir a Passerano a una
cuchipanda>>.
((**It2.508**)) Don
Bosco condescendía gustoso, siempre que podía, a
la invitación de compañeros y seglares para pasar
una jornada alegremente en su compañía y sentarse
a su mesa. A una de estas invitaciones se
refiere, sin duda, don Bosco cuando escribe que va
a ir de cuchipanda. El respetaba las conveniencias
sociales y derechos de amistad, aún a costa de
cualquier sacrificio personal, y recordaba, adonde
quiera que fuese, aquel aviso del Espíritu Santo:
<>.
Hablaremos en otro lugar de cómo sabía
santificar esas alegres reuniones; ahora,
refiriéndonos a la carta más arriba mencionada,
haremos notar cómo nunca se cumplía en don Bosco y
en sus jóvenes el proverbio de: ojos que no ven,
corazón que no siente. Los jóvenes eran el objeto
de sus pensamientos y a su vez, don Bosco era el
objeto de los pensamientos de los jóvenes. Estos
le consideraban como la personificación del
sacramento de la confesión y de la bondad y la
gracia de Dios, razón por la que se lamentaban de
su larga ausencia. En efecto, los jóvenes de
aquellos primeros tiempos repetían a menudo con
ruda sencillez: <>.
Por esto, aunque el teólogo Borel, ayudado por
otros sacerdotes,
1 Eclesiástico IX, 15-16.
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