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trabajo de don Bosco, y se impacientaba y quejaba
al editor. Don Bosco, con aquella pertinaz
constancia que solía emplear cuando se proponía
salir airoso en una empresa, no paraba de día ni
de noche: siempre en busca de la suspirada
fórmula, llenaba inútilmente de números páginas y
cuadernos. Un día, con la cabeza atiborrada de
cálculos, cuya solución no encontraba, salió de
Turín, cruzó el Po, recorrió las colinas que iban
a la quinta del profesor don Picco, decidido a
quedarse allí, lejos de todo estorbo, hasta
alcanzar su intento. Pidióle, por favor, una
habitación solitaria; se encerró en ella, caviló y
caviló durante varios días seguidos. Su mente se
cansaba en exceso, pero pedía frecuentemente a
Dios las luces necesarias. Don Picco quiso
persuadirle para que no se rompiese la cabeza con
aquel problema, pero él persistía. Finalmente,
brilló una idea en su mente. Hizo la prueba y
aparecieron claras la fórmula y los números. Se
levantó, fue a la habitación donde estaba don
Picco para manifestarle su alegría y acudieron los
familiares para oír la grata noticia y pedir
explicaciones.
-Lo he encontrado, lo he encontrado, exclamaba
don Bosco; pero estoy ahora tan cansado y nervioso
que no puedo hablar: hace varios días que no
descanso ni un minuto; os lo explicaré otro día.
Y marchó corriendo a la imprenta, donde ya
estaban compuestas casi todas las páginas, y no
esperaban más que aquel ((**It2.487**)) número
para acabar la obra y meterla en máquina. Apenas
se publicó el librito de don Bosco, el profesor
Giulio, que había probado aquella fórmula, la hizo
suya y concluyó su tratado.
El nuevo trabajo de don Bosco fue un éxito,
recomendable por su sencillez, popularidad y
precisión. Se imprimieron miles de ejemplares, a
diez céntimos tan sólo cada uno. Gracias a este
librito empezó a abrirse paso el sistema métrico,
y se fue haciendo cada día más fácil: fueron
muchísimos los ciudadanos que se sirvieron de él y
muchos los pobres que se libraron de las garras de
embaucadores y enredadores. Don Bosco pretendía
directamente, además de estos beneficios, el bien
presente y futuro de su institución, pues, al
secundar con esto los planes del Gobierno, se
ganaba a su favor y desbarataba las sospechas
malévolas. El abate Aporti, las autoridades y los
maestros hicieron las mejores alabanzas de este
tratadito. La Unit… Cattolica dijo de él que era
el libro más a propósito para las clases
elementales y el primero en su género que se
publicaba en Piamonte.
Era, además, un libro importante para poner en
regla los negocios materiales, puesto que una
contabilidad ordenada es una defensa
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