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don Bosco, ni dónde está. El párroco de Sassi no
se llama Bosco y no hay en estos pueblos ningún
sacerdote que se llame así.
-Pues a nosotros, respondían los muchachos
extraviados, nos han dicho que don Bosco está en
Sassi, y ahí debe de estar.
((**It2.455**)) Otros,
que venían más atrás sin saber nada de los
primeros, por un quid pro quo (error) preguntaban:
-Dónde está Sássari?
La gente respondía riendo:
-Sássari está en Cerdeña y hay que ir en barco.
Los pobrecitos quedaban contrariados.
Finalmente encontraron el camino, y unos por un
lado, otros por otro, llegaron hasta la parroquia,
en varios grupos, hasta unos trescientos
muchachos, empapados de sudor, llenos de rasguños
y de fango, extenuados por el cansancio y el
hambre. Daban compasión.
Llamaron a don Bosco. Se presentó y, al ver
aquella turba de sus amigos, se enterneció.
-Qué queréis, hijitos míos?, les preguntó.
Tenéis permiso de vuestros maestros para venir
hasta aquí?
Uno respondió por todos:
-Hemos hecho los Ejercicios Espirituales; esta
mañana es la clausura, y queremos confesarnos con
usted. Ayer por la tarde le estuvimos esperando
inútilmente en Santa Bárbara; y al no encontrarle
tampoco esta mañana, hemos ido muy temprano con
permiso de nuestros maestros a Valdocco; y desde
allí, unos por un camino, otros por otro, hemos
venido hasta aquí. No hemos dicho nada a los
superiores, porque creíamos poder volver al
colegio para la misa y la comunión. Muchos de
nosotros hemos de hacer confesión general y
muchísimos confesión anual.
Puede cada uno imaginar el asombro de don Bosco
y de sus buenos huéspedes. No pudieron menos de
admirar aquel arrojo juvenil; pero intentaron
convencerles para que volvieran enseguida al
colegio y así librar a sus padres y maestros de
toda preocupación. El viento se llevó sus palabras
y hubieron de ceder a su insistencia; pero,
naturalmente, se encontraron en un gran apuro.
Cómo confesar a tantos muchachos, que además
querían hacer su confesión general o anual? Cómo
hacerles volver al colegio para la comunión?
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Solamente para confesarles, hacía falta una docena
de sacerdotes; y ellos querían confesarse todos
con uno. Fue más fácil convencerles de que esto no
era posible y que debían dejar la comunión para el
día siguiente. Así las cosas, don Bosco se sentó
en el confesonario, aunque estaba exhausto de
fuerzas. Acudieron también
(**Es2.343**))
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