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Pese a la caritativa atención del buen párroco
y a la salubridad del lugar, aquel descanso no
proporcionaba a don Bosco la mejoría que
necesitaba. Ello se debía a que, como él no podía
estar ocioso ni un solo momento, trabajaba en la
oficina como vicepárroco; y además, dada la
proximidad de Turín, iban allí los muchachos del
Oratorio frecuentemente a visitarlo y, junto con
los del pueblo, terminaban por darle mucho que
hacer. Y no solamente eran los del Oratorio los
que, ya en grupos, ya individualmente, corrían de
vez en cuando hasta Sassi; uníanse a ellos los
alumnos de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas, los cuales, en una de las ocasiones,
le pusieron en un doble apuro. Así nos lo cuentan
el señor Carlos Rapetti, Ecónomo entonces en el
colegio de San Primitivo, y otros que presenciaron
el hecho.
Entre las escuelas, sabiamente dirigidas por
dichos religiosos, estaban las municipales de
Turín, llamadas de Santa Bárbara, a las que
acudían varios centenares de muchachos. Don Bosco
iba allí semanalmente a confesar en su capilla;
otros iban a él, al Oratorio: casi todos eran sus
penitentes. Al terminar la primavera de aquel año
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dieron los Ejercicios Espirituales. Durante el
religioso retiro esperaban a don Bosco, según la
costumbre, por lo que ninguno pensó en confesarse
con otro. Llegó la mañana de la clausura; los
buenos chiquillos iban llegando al colegio desde
sus casas, y al no ver a don Bosco, fueron a
buscarlo, con permiso de sus propios maestros a
Valdocco. Al no encontrarlo tampoco y saber que
estaba en Sassi, partieron en grupitos hacia allá,
creyéndose unos que Sassi era una casa, y otros un
barrio de Turín próximo. íPobrecillos! No sabían
que habían de recorrer varios kilómetros entre ida
y vuelta. Al darse cuenta de que habían de salir
de la ciudad y atravesar el Po, debieron haber
desistido de su intento y volver al colegio; pero,
nunca ha sido la reflexión virtud de los
muchachos, así que guiados solamente por la voz
del corazón, y dejándose arrastrar los unos por el
ejemplo de los otros, siguieron adelante sin
descanso.
El tiempo era lluvioso. Al llegar a cierto
punto, como eran poco conocedores del lugar,
perdieron el camino, e iban buscando a don Bosco a
través de prados, campos y viñedos. Los que les
encontraban les preguntaban:
-Adónde vais? A quién buscáis?
-Vamos a Sassi y buscamos a don Bosco: dónde
está Sassi?, dónde está don Bosco?
-Erráis el camino, respondían los campesinos:
hay que volver atrás, dar la vuelta, y subir; pero
nosotros no sabemos quién es ese
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