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el nombre de Familia de San Pedro, que tiene por
fin proveer al triste abandono en que se
encuentran tantas pobres muchachas ((**It2.424**)) que,
por una u otra razón, no encuentran quien les
provea de pan o de trabajo 1. Compañero de
seminario de don Bosco y conocedor del gran bien
que éste hacía con un ministerio semejante al que
él se dedicaba, ese digno sacerdote, cuando le
sobraba algún tiempo en los días festivos, corría
con gusto a ayudar al amigo y se prestaba de buen
grado para asistir, dar catecismo, predicar o
cualquier otro caritativo servicio.
-Qué te pasa?, preguntó a don Bosco apenas lo
vio; nunca te he visto tan triste. Alguna
desgracia?
-Desgracia, no; pero, apuro sí y muy grande.
Hoy es el último día que puedo disponer de este
prado. Es ya tarde, debo decir a mis hijos dónde
se reunirán el domingo próximo, y todavía no lo
sé. Este buen hombre me dice que hay cerca de aquí
un local que tal vez me convenga y me invita a ir
a verlo. Echame una mano. Hazte cargo un momento
de esta chiquillería que juega, mientras yo voy a
verlo y vuelvo enseguida.
((**It2.425**))-Estoy a
tu disposición, añadió enseguida don Pedro; vete
tranquilo y haz las cosas con toda comodidad.
Don Bosco acompañado de Pancracio, fue hasta
donde le aguardaba el señor Pinardi. Llegado al
lugar, cercado de huertos, prados y campos, vio
una casucha de planta baja y un piso, con una
escalera y galería de madera carcomida en la que
reconoció la casa de mala fama, que varias veces
había visto en sueños.
Don Bosco quiso subir al piso superior, pero
Pinardi y Pancracio le dijeron:
-No, el sitio para usted está aquí detrás.
Y lo llevaron allá: era un cobertizo alargado
en plano inclinado, o mejor dicho, muy inclinado,
tanto que por un lado tenía poco más
1 Esta Institución está todavía floreciente, y
produce frutos consoladores. De ella salen cada
año muchas jóvenes rehabilitadas para la familia y
la sociedad, buenas cristianas, ciudadanas
ejemplares y aptas para ganarse honradamente el
pan con el trabajo de sus manos. La Institución
misma se cuida de colocar a las que salen y que
han observado buena conducta. Hoy día, aunque para
aceptarlas se da preferencia a las procedentes de
lugares de castigo, con todo también se recibe a
las que sólo han estado o están en peligro, muchas
de las cuales terminan por quedarse allí para toda
la vida, o también, consagrándose al Señor en el
mismo Instituto, formando parte de las así
llamadas Arrepentidas. La Institución está
dirigida por las Hermanas Vicentinas del Venerable
Benito Cottolengo. Recordando la buena amistad de
los fundadores, las dos Instituciones siguen
ayudándose mutuamente, trabajando las asiladas en
favor de los muchachos y Misioneros de don Bosco,
y los Sacerdotes Salesianos prestándose con
frecuencia a los servicios del sagrado ministerio
en favor de las mismas.
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