((**Es2.317**)((**It2.418**))
CAPITULO XLV
EL ULTIMO DIA EN EL PRADO -UNA PEREGRINACION A
NUESTRA SEÑORA DEL CAMPO -TOCAN LAS CAMPANAS
-NUEVAS NEGATIVAS, DISGUSTOS Y LAGRIMAS -UN RAYO
DE LUZ -D. PEDRO MERLA -CASA PINARDI Y EL
COBERTIZO DE VALDOCCO -TRATO CERRADO -EMOCION Y
ENTUSIASMO DE LOS MUCHACHOS AL ANUNCIO DEL NUEVO
ORATORIO -ORACION DE GRATITUD A MARIA -ULTIMO
ADIOS AL PRADO
EN medio de tantas peripecias llegó el 5 de abril
de 1846. Era el Domingo de Ramos: el día en que
expiraba el permiso para sostener el Oratorio en
el prado. En la tarde del domingo anterior había
dicho don Bosco a los muchachos al despedirlos:
-Venid aquí todavía el próximo domingo y ya
veremos qué dispone la Providencia.
Fue uno de los días más angustiosos de don
Bosco; un día de gran pena para un pobre corazón,
ya herido y apenado con otras amarguras. Aquel día
debía saber dónde podría recoger a sus jóvenes el
domingo siguiente, para avisárselo. Pero, pese a
toda investigación y a la más minuciosa búsqueda,
ni un rayo de esperanza brillaba en su mente. Por
las causas expuestas, la desconfianza había
levantado contra él la opinión pública; por
doquiera se le ((**It2.419**)) negaba
un sitio oportuno, a pesar de las repetidas
instancias. Con profunda amargura, pero siempre
confiando en Dios, pensó poner a prueba la oración
de sus queridos niños, muchos de los cuales eran
verdaderos ángeles de virtud. Y así, aquella
mañana, estando ellos ya en el prado y después de
confesar a una buena parte, los reunió y les
anunció que iban a ir a misa al Convento de
Nuestra Señora del Campo, casi a dos kilómetros,
camino de Lanzo.
-Vamos allí, les dijo, como peregrinos, a
honrar a María, para que esta piadosa Madre nos
obtenga la gracia de encontrar pronto otro lugar
para nuestro Oratorio.
La propuesta fue acogida con alegría. Todos se
pusieron enseguida en orden. Dado que la excursión
tenía carácter de devoción, y no de esparcimiento,
mantuvieron una actitud más edificante que nunca
(**Es2.317**))
<Anterior: 2. 316><Siguiente: 2. 318>