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persona prudente, para que examinara, sin darlo a
entender, a don Bosco. Se temía, de ser verdad las
cosas que corrían, que hubiera escenas
perjudiciales para la buena reputación y dignidad
del sacerdote. Fue al Refugio el enviado de la
Curia y, después de un largo preámbulo, hizo
recaer la conversación sobre la importancia del
Oratorio. Don Bosco empezó enseguida a hablar con
entusiasmo de lo que tanto le interesaba:
-íSí, sí!, decía; con la ayuda de Dios algo
podremos hacer. Allí está mi casa, cerca de ella
mi iglesia, donde celebraremos magníficas
funciones... Aquí veo reunidos a mis sacerdotes y
clérigos, que ahora no existen, pero que vendrán y
me ayudarán. En este lugar veo una multitud
innumerable de muchachos que me rodean, me
escuchan, me obedecen y se hacen buenos.
El enviado escuchó todo con dolorosa sorpresa y
dio cuenta de ello a los que le habían mandado.
Los cuales concluyeron:
-Verdaderamente peligra. Está alucinado por una
idea fija: íla de llegar a tener lo que no tiene
ni tendrá jamás!
Sin embargo, quedaron perplejos ante el partido
a tomar, teniendo también en cuenta que el Vicario
General, Ravina, era muy amigo de don Bosco y no
permitiría se tomara ninguna decisión precipitada.
Pero lo que ellos no hicieron, se preocuparon
de llevarlo a cabo otros respetables eclesiásticos
de Turín. Reunidos para la conferencia teológica,
hablaron al final de las noticias ((**It2.414**)) del
día, referentes al clero y especialmente a don
Bosco. Como resultado, pensaron y resolvieron
intentar la curación de quien, según ellos creían,
padecía una enfermedad mental:
-Don Bosco tiene ideas fijas, que le llevarán
inevitablemente a la locura; como su mal está
todavía en los comienzos, tal vez pueda ser
vencido con un tratamiento cuidadoso y así
llegaremos a tiempo para impedir la desgracia
completa. Llevémoslo al manicomio, y allí, con las
debidas atenciones, se hará cuanto la caridad y el
arte inspirarán para su bien.
Se renovaba en don Bosco lo sucedido a Nuestro
Señor Jesucristo: <> 1.
Fueron, pues, a hablar con el director del
manicomio y lograron
1 Marcos III, 20, 21.
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