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porque en Job se admira un modelo de virtud, que
corona a los santos; en Salomón hay que lamentar
la caída de un hombre, que, aún con la más sublime
sabiduría, no supo guardarse de la soberbia y del
veneno de la prosperidad. Cuando describe la
división de los reinos de Israel y el de Judá,
concluye: No pidamos jamás ((**It2.395**)) consejo
a los orgullosos ni a quien no tiene experiencia.
Y hace esta reflexión, al contar el milagro del
cuervo que lleva pan a Elías: Ved con qué
solicitud se cuida Dios de los suyos. Sirvamos al
Señor, y El nos proveerá en todas nuestras
necesidades. Después de narrar cómo unos osos
despedazaron a los jóvenes que se burlaban de
Eliseo, añade: Terrible ejemplo para quien se
atreve a burlarse de los mayores de edad o de los
ministros del Señor. La derrota de Josafat, aliado
con el impío Acab, le ofrece ocasión para decir:
El juntarse con malos compañeros expone a graves
peligros. Con la muerte de Holofernes recuerda
esta gran verdad: Nada son todos los ejércitos, si
no cuentan con la ayuda del Cielo. Propone por
modelo a Daniel y a sus tres compañeros en la
corte de Babilonia: La templanza atrae las
bendiciones del Señor y favorece la facultad
intelectual y la salud corporal. Hace, además,
preciosas observaciones sobre la oración, la
confianza en la misericordia y bondad de Dios, las
profecías relativas al futuro Mesías y a la
Eucaristía.
Nos limitamos a transcribir sólo un pasaje del
Nuevo Testamento. Es el referente al Paralítico:
En todas las curaciones que obró el Divino
Salvador, debemos admirar la singular bondad con
que sanaba primero los males del alma, y después
los del cuerpo, dándonos así la importante lección
de limpiar nuestra alma antes de acudir a Dios en
nuestras necesidades materiales. Y esta es la
razón por la que don Bosco sugería como primera
condición para obtener alguna gracia de la Virgen,
que se acercaran a los santos sacramentos. Al leer
el prólogo, se comprende la asiduidad y diligencia
de don Bosco por los estudios sagrados y resulta
fácil entender sus continuas lecciones sobre
religión a los jóvenes del Oratorio y a los de las
escuelas elementales y secundarias de la ciudad.
Es una página histórica de su celo sacerdotal. He
aquí cómo se expresa él mismo:
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