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CAPITULO XLI
LOS MUCHACHOS ENTUSIASMADOS CON LAS EXCURSIONES
-UN MUCHACHO ALBAÑIL Y SU ENTRADA EN EL PRADO DE
VALDOCCO -DESAYUNO EN EL MONTE DE LOS CAPUCHINOS
-LOS CANTORES DE DON BOSCO Y LOS BARQUEROS DEL PO
-OBEDIENCIA MILITAR -AFECTO A DON BOSCO DE LOS
MUCHACHOS DEL ORATORIO
LA excursión a Superga de 1846 fue como el primer
anillo de una larga cadena de paseos con sus
muchachos, que don Bosco fue enlazando durante
aquel año y los sucesivos. Generalmente los
anunciaba algún tiempo antes y los proponía como
premio a la puntual asistencia al Oratorio, a la
diligencia en las clases de catecismo, a la
obedicencía y ejemplaridad en fábricas y talleres,
y a la frecuencia en la recepción de los santos
sacramentos. El buen padre se servía de todo esto
para atraer al bien a sus hijos; se ingeniaba para
hacerles palpar que se puede muy bien servir a
Dios con una sana alegría, según dijo el real
profeta: Servite Domino in laetitia (Servid al
Señor con alegría). 1 El practicó constantemente
esta máxima, que inculcaba continuamente a sus
alumnos: <((**It2.385**)) de los
que aman tu ley, Pax multa diligentibus legem tuam
2>>.
Un tal Pablo C..., antiguo alumno, nos
describe, en una larga carta, su llegada por vez
primera al prado Filippi: la alegría de las
reuniones y excursiones en los días de fiesta y la
amabilidad de don Bosco. Después de exponer la
decisión de sus padres de mandarlo a la capital
para ganarse el pan, como peón de albañil,
continúa así:
<(**Es2.291**))
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