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((**Es2.287**) -Hace unas horas que me sentía tentado de ir a robar. -No has pedido limosna a nadie? -Sí que la he pedido; pero, al verme tan joven, todos me reñían diciendo: <>. Y no me daban nada. ((**It2.378**))-Si hubieras ido a robar, te hubieran metido en la cárcel. -Por eso precisamente me he quedado con las manos en los bolsillos; pero el Señor ha tenido compasión de mí y, en vez de dejarme tomar el camino de la deshonra, me trajo hasta usted por otro sendero. -Qué pensabas cuando estabas allí mirándonos? -Decía para mis adentros: íQué suerte la de esos muchachos! Están contentos y alegres, saltan, corren y cantan... Les tenía envidia. Hubiera querido juntarme con ellos, pero no me atrevía. -Quieres venir desde hoy a este prado todos los días festivos? -Si usted me deja, con mucho gusto. -Ven, siempre serás bien recibido. Yo me las arreglaré para que puedas cenar y dormir esta noche. Mañana te llevaré a un buen patrono y tendrás albergue, pan y trabajo. No hace falta decir que aquel joven asistió asiduamente al Oratorio hasta el año 1852, cuando fue al servicio militar. Quedó para siempre unido con don Bosco, cuya benevolencia y paternal solicitud le había sacado del peligro de una mala vida. Cuenta don Juan Bonetti que un domingo llevó don Bosco a sus muchachos de paseo hasta la Basílica de Superga. 1 Me parece que satisfaré a muchos describiendo aquella excursión, tal y como me la contó a mí uno que tomó parte en ella. Se reunieron de buena mañana en el prado. Oyeron la santa misa en la Consolata y hacia las nueve, puestos en fila de dos en dos, como un regimiento de soldados, se encaminaron hacia ((**It2.379**)) Superga. Llevaban consigo la música instrumental que se componía de un viejo tambor, una trompeta, un violín y una guitarra mal afinada. Poca cosa era, en verdad; pero, como hacía ruido, a ellos les bastaba. Algunos de la comitiva llevaban cestas de pan, otros de queso, salchichón, higos secos, castañas, manzanas y diversos objetos necesarios para la ocasión. Mientras atravesaron la ciudad, todos observaban un moderado silencio; pero, en cuanto llegaron al Po, comenzaron 1 Basílica de Superga. Sobre la colina de Superga, que domina la ciudad de Turín, se levanta la hermosa Basílica de Superga, que guarda las tumbas de los reyes de Cerdeña y Piamonte. Está, entre ellas, la de Amadeo I, rey de España. (1870-1873). (N. del T.) (**Es2.287**))
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