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CAPITULO XL
DON BOSCO SE VE OBLIGADO A DESALOJAR LA CASA
MORETTA -EL ORATORIO EN UN PRADO -UN MUCHACHO
HAMBRIENTO -LOS PASEOS A SUPERGA
SE sucedían los acontecimientos citados y llegaba
la primavera. El Oratorio iba a sufrir un nuevo
traslado.
Hay un ilustre escritor francés que escribió un
opúsculo sobre don Bosco y su obra; al hablar de
los muchachos que asistían desde la primera hora
al Oratorio, emplea una comparación que queremos
recordar. Dice así: <>.
Y decía verdad. Ahora, ya son muchos los que
reconocen que: las reuniones catequísticas, las
instrucciones, las pláticas, las narraciones
edificantes, las amenas conversaciones y los
alegres juegos que don Bosco proporcionaba a los
muchachos, en los días de mayor peligro, fueron
precisamente los que los ((**It2.373**))
salvaron de la irreligión, la inmoralidad y los
malos cristianos: fueron su salvación y su vida.
Pero, siguiendo la poética comparación del autor
francés, sucede también que, a veces, hay personas
poco benévolas que espantan a los pajaritos
mientras picotean su codiciado sustento y les
obligan a ir a buscarlo a otra parte. Así les pasó
en varias ocasiones a los primeros hijos de don
Bosco, los pajaritos del Oratorio: tuvieron que
alzar el vuelo desde San Francisco de Asís,
primero; desde el Hospitalillo, después; a
continuación, desde San Pedro ad Vincula; luego,
desde los Molinos de la ciudad; y ahora, como
vamos a narrar, desde la casa Moretta.
La mayor parte de esta casa estaba alquilaba a
distintos inquilinos. Estos veían con buenos ojos
el bien que se hacía a los muchachos
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