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paterna, para ocuparse únicamente de lo tocante a
Dios, al alma y a la eternidad. Después de muchas
oposiciones, especialmente por parte del padre,
consiguió entrar en la Compañía de Jesús, donde
resplandeció en todas las virtudes en el grado más
eminente y perfecto que pueda el hombre practicar.
>>Envidiaba la suerte de los que daban su vida
por la fe, y deseaba ardientemente morir mártir;
pero obtuvo del Señor la palma del martirio de la
caridad, ya que, habiéndose declarado en Roma una
gran peste, Luis pidió ir a servir a los
apestados; fue atacado por ella y, trasladado al
convento, se fue consumiendo lentamente hasta
llegar al fin de su vida. Suele suceder a los que
piensan poco en la muerte que, cuando ésta se
acerca, se llenan de temor y de espanto, y, a
veces, hasta llegan a la desesperación. No le
sucedió así a Luis. El consideraba la muerte como
el medio para unirse a Dios y entrar en posesión
de la eterna felicidad; por lo que, al darse
cuenta de que se acercaba su fin, no podía
contener la alegría que inundaba su corazón, y
alborozado decía a ((**It2.361**)) los que
le visitaban:
-íVámonos, vámonos!
-Adónde?
-Al Paraíso, al Paraíso: cantad un tedéum por
mí.
Estuvo un rato muy tranquilo, y mientras se
esforzaba por pronunciar el santísimo nombre de
Jesús, con la sonrisa en los labios expiró
dulcemente, a la edad de veintitrés años y seis
meses en el 1591>>.
El librito empezaba con el siguiente prólogo:
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