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((**Es2.262**) deslumbradora riqueza, le hacían corte como a reina. Y, formando en su derredor círculos interminables, se extendían hileras e hileras hasta perderse de vista. La dama, que apareció precisamente donde ahora está situado el altar mayor de la gran iglesia, invitó a don Bosco a acercarse. Cuando lo tuvo al lado, le manifestó que los tres jóvenes que le habían llevado a Ella, eran los mártires Solutor, Adventor y Octavio; con lo cual parecía indicarle que ellos serían patronos especiales de aquel lugar. Después, con inefable sonrisa en los labios y con amorosas palabras, le animó a no abandonar a sus muchachos y a seguir, cada vez con más fervor, la empresa ((**It2.344**)) comenzada; le dijo que encontraría gravísimos obstáculos, pero que todos serían allanados y derribados, si él ponía su confianza en la Madre de Dios y en su divino Hijo. Por último, le mostró una casa cercana y que realmente existía, que después supo era propiedad de un tal Pinardi; y una iglesita, precisamente donde está ahora la iglesia de San Francisco de Sales, con el edificio contiguo. Después, alzando la mano derecha, exclamó con una voz de inefable armonía: HAEC EST DOMUS MEA: INDE GLORIA MEA. (Esta es mi casa: de aquí saldrá mi gloria.) Al oír estas palabras, don Bosco quedó tan impresionado que se despertó, y la figura de la Santísima Virgen, que tal era la dama, y toda la visión, fue desvaneciéndose lentamente como la niebla a la salida del sol. Mientras tanto él, confiando en la bondad y misericordia divina, renovaba a los pies de la Virgen su plena consagración para la obra a que era llamado. A la mañana siguiente, dominado por la alegría del sueño, se apresuró a ir a ver la casa que la Virgen le había señalado. Al salir de su habitación, dijo al teólogo Borel: -Voy a ver una casa a propósito para nuestro Oratorio. íCuán grande y dolorosa fue su sorpresa al llegar a aquel lugar: en vez de una casa y una iglesia, se tropezó con una vivienda de gente de mal vivir! Al volver al Refugio y ser interrogado con ansia por el teólogo Borel, le respondió, sin dar más explicaciones, que la casa, sobre la cual había trazado sus planes, no servía para el caso. (**Es2.262**))
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