((**Es2.245**)
dudar de que lo vaya a cumplir. Pero invitar a un
ladrón a robar y tener miedo a que falte a su
palabra, no veo, en verdad, el porqué... Y si el
Rey vacilara, si no se resolviera a una empresa
tan grandiosa, le obligaría la opinión pública; y
si se opusiera, caería del trono1.
De vuelta a Turín, Máximo d'Azeglio refirió al
Rey, a su gusto, el éxito de su misión, y
conferenció con los republicanos jefes del partido
mazziniano para ganárselos y que, al menos, no se
opusie ran a una monarquía constitucional. Estos,
sin renunciar a sus idea les, parece que
condescendieron en permanecer inactivos, aunque,
algún tiempo después, pusieron esta condición:
íque el Rey libere su reino y su ejército de los
jesuitas, antes de aventurarse a libertar a
Italia!
Entretanto, y para secundar esta intimación, el
mazziniano abate Gioberti publicaba aquel año 1845
su ((**It2.320**))
Prolegómeno al Primato Morale e civile degli
ita1iani2, su segundo libro, peor aún que el
primero, destinado a preparar la opinión pública,
que fue acogido favo rablemente por la gente
corrompida e ilusionada. Era un libro que rebosaba
veneno contra los jesuitas y contra el espíritu
católico, por él llamado jesuitismo, para poder
combatirlo sin recelo de la gente sencilla. El
mismo decía estar persuadido de que su libro sería
puesto probablemente en el Indice, por lo atrevido
de sus opiniones: pero afirmaba que también esta
vez había decidido dar una forma indirecta al
asalto para acometer más libremente. Así se lee en
sus cartas a Pinelli y a Mamiani 3. Esta forma
indirecta de asalto no podía natu ralmente
referirse a los jesuitas, asaltados por completo
directamente, sino a los católicos romanos e
íntegros, asaltados todos en verdad, de un modo
indirecto. Gioberti dedicó su irreligioso y
perverso volu men a Silvio Péllico, el cual
justamente indignado, rechazó el hipó crita
obsequio, sin preocuparse de las iras de los
sectarios, que injuriaron por doquier su
nobilísima actuación.
Mientras tales manejos se acumulaban, en la
sombra y a plena luz del día, don Bosco, con gran
pena de su corazón, tuvo que sus pender por falta
de local, las clases de lectura, de escritura y
música,
1 Ricordi, de MAXIMO D'AZEGLIO, cap. 33, 34.
2 VICENTE GIOBERTI (1801-52). Filósofo y
político italiano, nacido en Turín, donde cursó la
carrera eclesiástica. Influido por las ideas de
José Mazzini, laboró en pro de la unifi cación de
Italia en torno al Piamonte o reino de Cerdeña.
Carlos Alberto le nombró Capellán de la corte; mas
por sus convicciones liberales, se ganó el exilio
(1834), que pasó en París y Bruselas. Escribió
distintos libros, entre ellos Primato morale e
civile degli italiani (1843), pre cedido del
Prolegómeno o prólogo, al que aquí se alude (N.
del T.).
3 BALAN, Historia de Italia, vol. VII, pág.
617.
(**Es2.245**))
<Anterior: 2. 244><Siguiente: 2. 246>