((**Es2.24**)((**It2.17**))
CAPITULO II
DON BOSCO Y SU ENTREGA AL MINISTERIO SACERDOTAL
-EL QUE BIEN HACE, BIEN ENCUENTRA -LAS PILDORAS DE
LA VIRGEN -LA BENDICION Y LA ORACION DE DON BOSCO
-SU FE VIVISIMA -LOS CONSEJOS EVANGELICOS
-MORTIFICACION
POR fin, ya es sacerdote don Bosco. El sagrado
ministerio se convierte en la razón de su
existencia. El deseo ardentísimo, por tantos años
acariciado y ya conseguido, se trueca en el motor
de sus pensamientos y sus actos. Con energía cada
vez mayor se lanza al campo de la gloria de Dios y
la conquista de las almas. Al tener diariamente
entre sus manos el Santísimo Cuerpo de Jesucristo,
al mojar sus labios con su preciosísima Sangre, se
reaviva más su fe, se inflama más su amor por
difundir en los fieles los tesoros que la bondad
divina ha depositado en él. Ve en las almas la
obra mayor de la omnipotencia de Dios en la
tierra, el objeto de un amor que le arrastró hasta
el sacrificio de la cruz, y así haciéndose una
misma cosa con el Salvador de las almas, no
admitirá descanso en la carrera de su salvación. A
ello le espoleará la contemplación de tantas
insidias tendidas a los incautos.
((**It2.18**)) Pasó don
Bosco los primeros meses de sacerdocio en su
tierra natal. Su hermano José había terminado
hacía dos años la aparcería de Susambrino, que
pasó a propiedad del caballero Pescarmona. El
volvió a establecer su morada, y también la
habitación de Juan, en I Becchi. Pasaba don Bosco
la mayor parte de la jornada en la casa parroquial
con su querido párroco el teólogo Cinzano.
Prestaba los servicios que podía en la parroquia.
Llevaba el Viático a los enfermos, les
administraba la Extrema Unción, los asistía
caritativamente en sus últimos momentos, tomaba
parte en las demás funciones litúrgicas. Esa era
su ocupación diaria durante aquellos días, según
lo atestiguaron a don Segundo Marchisio los
ancianos del pueblo, los cuales añadieron que se
entretenía gustoso con los niños,(**Es2.24**))
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