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CAPITULO XXXII
EL ORATORIO TRASLADADO A SAN MARTIN DE LOS MOLINOS
- ULTIMO DOMINGO EN LA CAPILLA DEL REFUGIO - EL
TRASPLANTE DE LAS COLES Y LAS PALABRAS DE DON
BOSCO - LAS PRIMERAS PEQUEÑAS VELADAS - LLEVA A
LOS MUCHACHOS DE UNA A OTRA PARTE PARA OIR LA
SANTA MISA
EL Oratorio de los primeros tiempos puede
compararse a las familias de los antiguos
patriarcas: como ellas, levantaba sus tiendas, de
tiempo en tiempo, para irlas plantando de un sitio
a otro.
-Recuerdo, contaba José Buzzetti que, a veces,
nuestro querido don Bosco, aludiendo al hecho del
pueblo hebreo que, al salir de Egipto, se
internaba en el desierto e iba estableciendo
sucesivamente sus campamentos en varias
estaciones, nos animaba a esperar que, más tarde o
más temprano, Dios nos daría también a nosotros
una Tierra Prometida, donde fijar establemente
nuestra morada.
Don Bosco, en efecto, confiaba en ello: <> 1. Así que
se presentó a Monseñor Fransoni y le invitó a que
impusiera su valimiento ante el Municipio de Turín
para que le concediese el uso de la iglesia de San
Martín de los ((**It2.303**)) Molinos
de la ciudad, situada en la plaza de Manuel
Filiberto, al levante de los edificios junto al
Dora. Condescendió de buen grado el Arzobispo.
Apreciaba extraordinariamente a don Bosco, le
ayudaba siempre en todo y le gustaba entretenerse
con él largo rato. A veces le convidaba a su mesa;
en alguna ocasión, quiso confesarse con él, y se
había prestado para ir al Refugio a administrar a
sus muchachos el sacramento de la Confirmación.
La carta del Arzobispo fue entregada en el
Ayuntamiento, acompañada de un expediente firmado
por el teólogo Borel, el cual, como ciudadano por
todos conocido, representaba a don Bosco en
aquellos
1 Eclesiástico XXXIV, 14.
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