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descubiertos y matados por los verdugos en el
mismo escondite: que el amplio trecho que se
extiende desde los muros de Turín hasta el Dora,
al poniente de la barriada de este nombre, se
llamaba antiguamente en latín vallis o vallum
occisorum, el valle de los matados, y ahora Val
d'Occo tomado de las primeras silabas de esas
palabras, quizás aludiendo a los Santos allí
martirizados; que, además, es certísimo que este
trozo de terreno tiene evidentemente la bendición
de Dios por las maravillosas instituciones de
caridad y de piedad que en él han surgido, otro
indicio también de haber sido regado con la sangre
de aquellos valerosos cristianos. Añadía, además,
el autor que, consultando más o menos la antigua
topografía de la ciudad, el Oratorio de San
Francisco de Sales se levantaba cerca de aquel
bendito lugar, o tal vez lo encerraba dentro de
sus muros>>.
Don Bosco se alegró inmensamente con esta
respuesta, que, en cierto modo, confirmaba lo que
había conocido en el sueño, y ya desde el
principio profesó una particular devoción a estos
Santos Mártires. Todos los años el día de San
Mauricio, uniendo el nombre del comandante a la
gloria de su legión y de sus tres soldados, quiso
se celebrase su fiesta con muchas comuniones por
la mañana y con vísperas solemnes, panegírico de
estos héroes de la Iglesia y bendición del
Santísimo sacramento por la tarde.
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