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CAPITULO XXXI
OCUPACIONES DE DON BOSCO EN EL REFUGIO -LA
MARQUESA BAROLO ORDENA QUE LOS MUCHACHOS DESOCUPEN
LOS LOCALES DESTINADOS AL HOSPITAL -OTRO SUEÑO:
MULTITUD DE MUCHACHOS; LA MISTERIOSA SEÑORA; UN
PRADO; TRES IGLESIAS EN VALDOCCO; EL LUGAR DEL
MARTIRIO DE LOS SANTOS ADVENTOR Y OCTAVIO; LA
FUNDACION DE UNA SOCIEDAD RELIGIOSA PARA AYUDAR A
DON BOSCO -NARRACION DEL MARTIRIO DE LOS SANTOS
SOLUTOR, ADVENTOR Y OCTAVIO PUBLICADA POR EL
CANONIGO LORENZO GASTALDI
HABIAN transcurrido siete meses desde que el
Oratorio se había establecido en el Hospitalillo.
El número de muchachos que lo frecuentaba había
aumentado. Era para ellos casi como un paraíso del
que esperaban gozar mucho tiempo. Los muros del
amplio y nuevo edificio para las niñas enfermas se
iban secando lentamente; así que se pensaba no
estarían tan pronto en condiciones de ser
habitado.
La Marquesa estaba contentísima con don Bosco,
al verle como atendía continuamente a sus
protegidas. Ayudaba durante la semana al teólogo
Borel en la dirección de las monjas y de las
muchachas recogidas: daba clase de canto a un coro
de éstas; enseñaba aritmética a ((**It2.297**)) algunas
religiosas que se preparaban para el magisterio;
confesaba, predicaba y daba conferencias sobre la
vida y perfección religiosa. Refiere monseñor
Cagliero, que ejerció varias veces el ministerio
sacerdotal con las Hermanas de San José y las
religiosas Magdalenas, haberles oído que veían
siempre en don Bosco virtudes extraordinarias, que
le distinguían de los demás sacerdotes, por doctos
y ejemplares que fueran, y que siempre le habían
tenido por santo. Afirmaban que había personas
piadosas que, si lograban adquirir algún objeto
que le hubiera pertenecido, lo guardaban
cuidadosamente como preciosa reliquia.
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