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uso, distinto de aquel para el que fue erigida,
por mayoría de votos resuelve denegar lo que se
solicita>>.
Intervención N.22, 3 de julio de 1845
Firmantes: BOSCO DE RUFFINO, Sindico;
D. POLLONE, Jefe de Contabilidad;
CESAR SALUZZO;
VICTOR COLLI>>.
Cuando don Bosco recibió esta negativa, se
resignó a las disposiciones de la Providencia, de
la que esperaba con seguridad la ayuda que los
hombres le negaban. Experimentó un gran consuelo
subiendo a San Ignacio, a hacer ejercicios
espirituales: allí obtuvo del Señor las gracias
que para sí necesitaba y condujo a su Divina
Majestad, en el sacramento de la penitencia, a más
de un hijo que había abandonado la casa paterna.
Al mismo tiempo, como indica el teólogo Borel en
sus memorias, tenía una alegría singular con el
recuerdo de una hermosa fiesta, con numerosas
comuniones, celebrada unos días antes en su
pequeña capilla. En la iglesia de San Francisco no
se podía celebrar la fiesta de San Luis con mucha
pompa y clamorosas manifestaciones de afecto,
debido a la gran afluencia de público durante todo
el día a aquella iglesia. En cambio, en el Refugio
don Bosco era como el amo de su capilla, y pudo
entretener mañana y tarde a los jóvenes según su
gusto. Desde aquella fecha todos los años ((**It2.295**))
solemnizaba esta fiesta cada vez con más
esplendor, pues se servía eficazmente de ella para
inculcar a los muchachos el amor a la santa
pureza. Resulta difícil referir exactamente su
afán para prepararlos bien a esa fiesta. Si
todavía se sigue celebrando en el Oratorio de
Turín y en todas las casas salesianas, con tanta
alegría, se debe al celo que él puso desde el
principio y que quiso continuara como tradición en
todos sus hijos espirituales.
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