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hubiera desaparecido toda suerte de oposición, se
propuso obtener del Ayuntamiento el cargo de
Capellán de San Pedro ad Vincula para el propio
don Bosco: los amplios locales del edificio anejo
eran a propósito para las reuniones festivas, y
don Bosco sería más independiente. ((**It2.292**))
Escribió a tal fin una carta a la condesa Bosco de
Ruffino, esposa de uno de los Síndicos 1.
<>Hay un sacerdote llamado Juan Bosco, alumno
que fue de esta Residencia y actualmente Capellán
de la Obra del Refugio de la señora Marquesa
Barolo, que empezó en dicho lugar una obra de gran
gloria de Dios, como es la de recoger en los días
festivos un gran número de muchachos abandonados,
para instruirlos y tenerlos alejados de todo
peligro. No pudiendo ya continuar en ese lugar una
obra tan hermosa, por la estrechez del local, se
dispone a pedir, de acuerdo con la dicha señora
Marquesa, ser nombrado Capellán de San Pedro ad
Vincula junto al Dora, para utilizar ese local en
una obra tan provechosa. Siendo esto para la mayor
gloria de Dios, me anticipo a recomendar el caso a
la bondad de V. S. Ilma., por si juzga prudente
hablar de ello con el Ilmo. señor Conde. Perdone
mi libertad, al paso que tengo el honor de
ofrecerme con los sentimientos de la mayor estima.
D. V. S. Ilma.
Turín, desde la Residencia Sacerdotal, a 29 de
mayo de 1845
Atentísimo servidor
JOSE CAFASSO, Pbro.>>
A pesar de ésta y de otras recomendaciones no
se alcanzó lo que se deseaba. Quizá, parecía que
tales reuniones desdecían de la tranquilidad de
las tumbas; quizá temían se causaran daños en el
monumental cementerio; o, tal vez con más
seguridad, por la aversión que algunos elementos
oficiales empezaban a manifestar contra el
Oratorio de don Bosco. Con todo esto don Bosco no
se desanimó y, algún tiempo después, llegaba al
Ayuntamiento la siguiente súplica:
1 Síndicos: Junta de revisores de cuentas. (N.
del T.).
(**Es2.225**))
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