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((**Es2.220**) estas indulgencias sean también aplicadas en sufragio de los fieles difuntos y valederas in perpétuum. En fe de cuanto etc. Dado en Roma, desde la Secretaría de la Sagrada Congregación de las Indulgencias, el día 28 de mayo de 1845. A. Arzobispo PRIMIVALLI, Sustituto Era la primera vez que don Bosco se dirigía con estas dos súplicas a las Sagradas Congregaciones. Preguntado por uno de sus alumnos por qué se había determinado a hacer aquellas peticiones, respondió: -No eran sólo las indulgencias lo que me interesaba; deseaba sobre todo empezar a ponerme en relación directa con la Sede Romana; me halagaba el pensamiento de que mi propio nombre apareciera ante los ojos del sucesor de San Pedro, heredero de sus divinos poderes, y quería acercarme a él de la única manera que entonces podía hacerlo. Esta fe y este afecto, jamás se debilitaron en su corazón, añadiríamos nosotros. Ya antes de la definición de la infabilidad del Pontífice, él la creía y la defendía firmemente. Veneraba todos sus actos, disposiciones, enseñanzas, hasta cuando no hablaba ((**It2.285**)) ex cathedra; repetía frecuentemente que la palabra del Papa se debía considerar siempre como un mandato paterno y aconsejaba a sus jóvenes que la obedecieran y no se fiaran nunca de quienes les hablaran contra el Vicario de Jesucristo. Durante cuarenta años de su vida, el Pontificado Romano, en la persona de dos Papas, tuvo que pasar por muchas pruebas y tribulaciones, que él se esforzó siempre en aliviar, por cuanto pudo, aun a costa de ganarse los vejámenes de los adversarios. Y se sometió a graves humillaciones para secundar las intenciones y deseos del Papa. Lo veremos en su momento. (**Es2.220**))
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