((**Es2.219**)
>>-Qué hace, don Bosco?, le pregunté.
>>El respondió:
>>-Estoy quitando la alfombra de delante de
esta silla, porque no es para un pobrecito como
yo.
>>Y lo dijo con tal sencillez y sinceridad que
quedé profundamente admirado de la gran humildad
de don Bosco>>.
La Condesa recibió con gran reconocimiento el
Rescripto papal que, unos meses después, debía
proporcionarle un gran consuelo en su última
enfermedad. El Conde Cays entregaba a don Bosco la
cédula del cumplimiento Pascual 1 de su noble
esposa, en la parroquia de Santa Teresa y don
Bosco la guardó entre sus papeles. En ella estaba
impreso: 1845. Magister adest et vocat 2 (El
Maestro está ahí y te llama). Era nuestro Señor
Jesucristo que llamaba a María Magdalena, una de
sus primeras cooperadoras. Feliz augurio para una
señora que trataba con caridad a don Bosco y a los
pobrecitos.
Poco después pedía don Bosco a Roma y recibía
la siguiente declaración en provecho espiritual de
sus jovencitos, deseoso de que sacaran más fruto
del rezo o canto de las Letanías en honor de la
Santísima Virgen.
DECLARACION
La Indulgencia de doscientos días ya concedida
por Sixto V, de felix memoria, y por Benedicto
XIII, a todos los fieles cristianos de uno y otro
sexo cada vez que, al menos con corazón contrito y
devotamente rezaran las Letanías de la
Bienaventurada Virgen María, no sólo la confirmó
Pío VII de santa memoria, sino que la amplió a
trescientos días. ((**It2.284**)) Además
concedió benignamente a los mismos fieles
cristianos, que recitasen cada día esas Letanías,
indulgencia plenaria, para poder lucrarla en las
cinco fiestas de precepto de la misma
Bienaventurada Virgen María, esto es, la
Inmaculada Concepción, la Natividad, la
Anunciación, la Purificación y la Asunción, con
tal de que, verdaderamente arrepentidos y
confesados, hayan recibido el Santísimo Sacramento
de la Eucaristía, visiten devotamente una iglesia
u oratorio público, y eleven por algún tiempo a
Dios en esa visita devotas oraciones. Quiso,
finalmente, Su Santidad que
1 Cédula de comunión, se llamaba. Se daba en la
parroquia para que constara el cumplimiento con el
precepto eclesiástico de la confesión y comunión
pascual. (N. del T.)
2 Juan, XI, 28.
(**Es2.219**))
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